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Nacido en 1907, fue un poeta perteneciente a la vanguardia francesa. Fundador, junto a René Daumal y otros, de la revista Apolo (1921) y del grupo de los simplistas, que después daría lugar al conocido como Le Grand Jeu (El Gran Juego), caracterizados por el uso de drogas en su busqueda de experiencias estéticas y místicas. El grupo tuvo una revista homónima en la cual publicaban los resultados de sus experimentaciones. Una infección provocada por la utilización de agujas hipodérmicas no esterilizadas fue la causa de su muerte en diciembre de 1943, a los 36 años.
[toc] => PRESENTACIÓN 7
ACLARACIÓN O ROMPEDOGMA 21
DESPUÉS DE RIMBAUD LA MUERTE DE LAS ARTES 27
LA HORRIBLE REVELACIÓN... LA ÚNICA 41
LA PROFECÍA DE LOS REYES MAGOS 67
LA FUERZA DEL RENUNCIAMIENTO 71
CARTAS 83
A Roger Vailland 83
A Roger Vailland 90
A Jean Puyaubert 95
CRONOLOGÍA DE ROGER GILBERT-LECOMTE 101
BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA 101 [free_reading] => PRESENTACIÓN Cardoza y Aragón afirmó que la revuelta en André Breton, cabeza del surrealismo, se volvió retórica a partir de cierto momento. Según el guatemalteco, Breton tenía tendencias a legislar la libertad que no supo controlar. La retórica endurecida es intocable, se hace ley, pierde la capacidad de alteración: se inmoviliza. Más bien se hace como una gramática: dicta leyes. De igual manera, la historia, llegada a cierto punto, cuando se oficializa se vuelve retórica endurecida, viaje interrumpido. De ahí la necesidad de construir la contrahistoria. En la contrahistoria de las vanguardias artísticas están los simplistas del Gran Juego. Breton, el Retórico, no los perdonó e hizo lo posible por silenciar su existencia en la historia de las vanguardias francesas. ¿Qué fue lo que no perdonó? Quizá la frase de René Daumal (1908-1944), que aparece en su Carta abierta a André Breton, nos dé alguna pista: "Tenga cuidado, André Breton, de figurar algún día en los manuales de historia literaria. Nosotros, si deseamos algún honor, es el de figurar para la posteridad en la historia de los cataclismos". Daumal, junto con Roger Gilbert-Lecomte (1907-1943), fue el principal impulsor de esa aventura que llevó el nombre de Simplismo y posteriormente de El Gran Juego, nombre tomado del título de la revista que crearon. El cataclismo fue efímero. Las muertes precoces de sus dos protagonistas contribuyeron a cerrar, de golpe, una historia de por sí oscura. Luego, de entre la marea de las contradicciones, se abrió paso la leyenda. ¿Qué eran los simplistas? Los simplistas eran un grupo de hombres muy jóvenes que, digámoslo de una vez, se creían ángeles. Mucho más que un conjunto de artistas, se consideraban una hermandad. Compartían una postura de revuelta mezclada con una fascinación por la metafísica Daumal llegó a tomar sustancias tóxicas (tetracloruro) para, decía, conocer cómo es la conciencia en el momento de la muerte; asimismo, los simplistas jugaban a la ruleta rusa como parte de sus prácticas grupales. El simplismo era, pues, un juego de niños. Un juego de niños con resonancias un tanto peculiares... En una carta de 1928, Gilbert- Lecomte escribió a Daumal que la risa era un honor exclusivamente de los seres humanos. Bañados por el honor de la risa, los simplistas tenían como propósito conocer los límites de lo humano. II Para René Guénon (1886-1951), Occidente es la rama de un árbol que perdió su tronco: Oriente. Según este autor, la metafísica ("la verdadera") es estrictamente intelectual: no pasa por el sentimiento ni por lo que solemos entender por misticismo, pero implica una intuición (adwaita-wada o "intuición intelectual") que, sin ser contraria a la razón, va más allá de ella. El yo, para este investigador erudito, no es sino un estado, o un fragmento entre un número indefinido de estados. En su libro Los estados múltiples del ser explica que el paso del no ser (lo que no se puede determinar) al ser (lo contingente) es, metafísicamente hablando, el paso de la "no dualidad" a la unidad. La unidad, precisa más adelante, es una afirmación primordial y, por lo tanto, una determinación. Así, en el sentido inverso, pasar del ser (lo determinado) al no ser, implicaría el paso de lo manifestado a la "posibilidad total misma" o "estado de conciencia universal". Ese instante metafísico (relativo al no ser), al no poseer una continuidad entre la causa y el efecto, está fuera de cualquier tipo de contingencia y es ilimitado. Veamos: "El Ser universal no puede ser determinado, pero se determina a sí mismo; en cuanto al No-Ser, no puede ser determinado ni determinarse, puesto que está más allá de toda determinación y no admite ninguna". Ese trascender lo formal (la forma) y liberarse de lo condicionado suele representarse, en el plano simbólico, con una persona caminando sobre el agua. El conocimiento de tales estados exige del sujeto cognoscente una entrega total, pues, para la metafísica oriental, no cabe la diferencia entre teoría y práctica. En otras palabras, se conoce por medio de la praxis como la indistinción entre teoría y práctica. Esto es lo que los simplistas del Gran Juego, en consonancia con el pensamiento místico expuesto por Guénon, entendían como metafísica experimental, tal y como lo desarrolla Gilbert-Lecomte en "La horrible revelación... la única", el tercer ensayo que traducimos para este volumen. La metafísica experimental, agrega el poeta y ensayista francés, en una carta a René Daumal de 1932, es una ciencia prohibida. III En su vertiente más negadora, las ideas de los simplistas están cerca de Max Stirner. Según este nihilista despiadado, había que desterrar la verdad, bajo cualquiera de sus disfraces, junto con los demás dioses. Para los simplistas, a diferencia de lo que las ideas stirnerianas sostienen, el yo no es un círculo de poder sino, más bien, un cerco que hay que dejar atrás. Si para el filósofo alemán todo lo sagrado (la propiedad privada, por ejemplo) nos oprime, para los simplistas, en cambio, lo sagrado era el cielo devorador en el que había que perderse. La erosión del yo o de la individualidad del sujeto cognoscente, como canal de conocimiento, está presente en múltiples culturas. El antropólogo Joseph Epes Brown cuenta cómo, por ejemplo, los budistas zen que practican el tiro al arco deben olvidar la idea de que son ellos mismos quienes disparan la flecha: el arquero debe consumar la extinción del yo para acertar su objetivo. También cuenta que los cazadores navajos veían la caza como una búsqueda de la verdad, y el hallazgo del animal como un contacto con el Gran Espíritu. El indio cazador debe, pues, no someter al animal sino, más bien, ubicarse debajo de él, como parte de una fuerza que lo trasciende y a la cual, ritualmente, pide acercarse. La disolución de las fronteras del yo también aparece en el contexto islámico: Abd el-Kader, sufí argelino del siglo xix, afirma: quien sabe escuchar sabe que, cuando escucha, es Alláh quien habla y es AMI quien escucha. El yo no es sino una gota disuelta en el mar. Por eso Rumi, el poeta persa del siglo XIII, dando un paso más allá de las contradicciones, puede decir: "Yo soy el esclavo que liberó al amo" o, también, "El que no ha escapado de la voluntad, no tiene voluntad." En un poema de Gilbert-Lecomte leemos: "Danseuse unissant la nuit á l'eau- mére" ("Danzadora que une la noche al agua-madre"). El agua se vuelve elemento de disolución. El viaje no se interrumpe. En Gilbert-Lecomte leemos una vocación por el fracaso. Busca la imagen congelada que la vista no puede sostener; la melodía disonante de ese sonido roto escupido en el olvido. Si el fracaso deja los trozos inarticulados, es precisamente ahí, en la inarticulación de los elementos, en el espacio de la disolución, donde deben nacer nuevas conexiones tras el desmembramiento de las anteriores. Las luces de un naufragio, el destello de una derrota, el terreno de la herida: todo eso es danza, es lenguaje, es potencia corporal. Pierre Minet, otro integrante del Gran Juego, escribió que Gilbert-Lecomte se vestía con el "no" como un caballero con su armadura Esa negación era, como ya hemos visto, incluso corporal: el uso de venenos y drogas fueron parte de las costumbres de exploración del simplista. En un poema suyo leemos: "Mon corps est le seul lieu oú je ne me sais pos" ("Mi cuerpo es el único sitio donde no me sé"). La relación entre la palabra y las fuerzas corporales tiene una genealogía insondable. En los dogons de África Occidental, por ejemplo, cada órgano del cuerpo tiene una función específica en relación con la palabra: así, el hígado dota a la palabra de fuerza negativa o positiva, los intestinos colaboran en la distribución de los vocablos y así sucesivamente. La gran complejidad del sentido de la palabra y su fuerza poética en los pueblos "primitivos" está sintetizado en este fragmento de Jerome Rothenberg: Es muy difícil decidir cuáles son precisamente los confines de la poesía "primitiva" o del poema "primitivo", ya que a menudo no hay una actividad diferenciada como tal, sino que las palabras o vocablos son parte de una gran "obra" total que puede continuar por horas, incluso días. Lo que nosotros separaríamos como música, danza, mito y pintura es también parte de esa obra, y la necesidad de separación es una cuestión de "nuestro" interés y preconcepciones, no de las de "ellos". La nostalgia por ese poder primitivo de la palabra atraviesa toda la obra del Gran Juego. Si bien su punto de partida fueron en gran medida los románticos (sobre todo Nerval) y los poetas-videntes como Rimbaud, la poesía que los simplistas buscaban se extendía hacia los saberes orientales (Daumal traducía del sánscrito; el concepto de la no dualidad, adwaitawada, en Guénon, que veíamos hace un momento, proviene de tradiciones hindúes) y a los procesos chamánicos de los pueblos "primitivos". El anhelo de la palabra sagrada, cuya potencia debe emerger del cuerpo, está expresado en este pasaje de René Daumal: En el instante en que está, a punto de cumplirse en el cuerpo el matrimonio entre la Palabra y el Aliento, todo el cuerpo humano significa absolutamente. La unión se lleva a cabo en la danza Los animales del hombre salen a la vez por las piernas que van y vienen, por los brazos que irradian y aprietan, por la boca que canta o los ojos que ven, por todo el cuerpo en fin íntegro dado a la función de significar. En suma: los simplitas del Gran Juego buscaban la significación total. y En un pasaje de Los siete pilares de la sabiduría de T. E. Lawrence -donde el autor narra sus experiencias en Arabia cuando combatió al lado de los árabes durante la Primera Guerra Mundial-, los árabes, mientras ven el cielo estrellado, comienzan a discutir con los ingleses: "¿Qué pasará, pregunta uno de ellos, cuando se inventen lentes que permitan ver muchas más estrellas que los lentes actuales?" Lawrence contesta: "Seguiremos inventado más lentes, de mayor y mayor potencia hasta que los lentes estén tan lejos de los actuales como nuestros lentes lo están en relación con los que usaba Galileo". Uno de los árabes replica: "¿Por qué los occidentales lo quieren siempre todo?", y agrega: "Tras nuestras pocas estrellas nosotros podemos ver a Dios". Analógicamente, un furor antioccidental recorre la obra de Gilbert-Lecomte. El silbido de las máquinas, el cordón colonial, la administración de la pestilencia, la plaga de la cosificación, el empequeñecimiento del ser, el instrumentalismo y las carencias epistemológicas, eran algunos de los malestares que Europa producía al espíritu simplista "Nuestra atmósfera", escribe Gilbert-Lecomte en una carta a Roger Vailland de 1926, "nos pertenece sólo a nosotros: no hay libro que la inhale por completo". VI En su Tratado de historia de las religiones, Mircea Eliade cuenta que ciertas sectas ascéticas de la India han llevado al extremo su culto al sol, de manera unilateral, exponiendo su vista a él, sostenidamente, hasta quedar del todo ciegos. Estos casos extremistas, al estar privados de toda dialéctica (solar-lunar, por ejemplo), se hunden en la univocidad: la ceguera como destino. Roger Caillois, por su parte, hace la distinción entre lo sagrado de cohesión y lo sagrado de disolución. La primera categoría protege al orden profano, mientras que la segunda lo amenaza y lo desordena. Ahora bien, lo sagrado de disolución es necesario para renovar el orden. Si el orden se endurece por completo, termina por destruirse solo, por falta de renovación. Para el mantenimiento del mundo profano es necesaria la dialéctica de lo sagrado de cohesión y lo sagrado de disolución. Precisamente Gilbert-Lecomte, en una carta a Daumal de 1932, manifiesta su entusiasmo por Caillois, con quien mantenía una relación personal. Finalmente, por su lado, el ecuatoriano Bolivar Echeverría distingue entre lo que él llama violencia dialéctica, o violencia de trascendencia, y lo que llama violencia puramente destructiva o no dialéctica. Estas dos categorías de Echeverría se pueden relacionar con las dos distinciones de lo sagrado que hace Caillois. Y tanto lo sagrado de disolución (Caillois) como la violencia no dialéctica (Echeverría) se pueden vincular con los cultos al sol unilaterales (que menciona Eliade), cuya violencia no dialéctica conduce a la pérdida de visión. La falta de equilibrio entre la disolución y la cohesión, la carencia de dialéctica, deja una marca profunda: la ceguera. Según el filósofo ecuatoriano la modernidad capitalista: Repuso el drama "primitivo" de la violencia, el de la esclavitud, pero le quitó su momento dialéctico o de trascendencia y le dejó únicamente su consistencia destructiva; un escenario que no admite solidaridad alguna entre "verdugo" y "víctima" y que no los eleva en un perfeccionamiento, sino que los hunde en un deterioro sin fin. En la vida moderna hay sin duda lugares o momentos propicios para la experiencia de la abundancia y la emancipación, pero ellos no se dan gracias a la forma capitalista de la modernidad, sino siempre sólo a pesar suyo. ¿Están las experiencias de Gilbert-Lecomte y los simplistas del Gran Juego más cerca de lo sagrado de disolución y de la violencia no dialéctica que de lo sagrado de cohesión o de la violencia de trascendencia, que sería, por así decirlo, un equilibrio entre la cohesión y la disolución o la dialéctica entre ambas? ¿La negación persistente y cierta búsqueda descontrolada del éxtasis, así como la autodestrucción que terminó de manera prematura con las vidas de Daumal y de Gilbert-Lecomte, tienen alguna relación con aquellas sectas de ciegos de la India de las que habla Eliade? ¿O con, como decía Daumal, "la historia de los cataclismos"? ¿O hay, más bien, cierto equilibrio entre las dos vertientes? Queda la interrogante. Tenemos, por ahora, los textos. La existencia tiene como origen el movimiento. Todo es viaje: nada deja de viajar, tanto en el mundo superior como en el mundo inferior. Y lo que no viaja: vuelve a la nada. La interpretación es un viaje y el viaje es interpretación, sin término. El hermeneuta es un viajero. Las frases de Gilbert-Lecomte parecen, por momentos, nudos corredizos de relojería aguda, voces asustadas de sí mismas, viaje y vértigo, velocidad en aumento. Veamos. Asael Ramírez Soriano [group_price] => Array ( ) [group_price_changed] => 0 [media_gallery] => Array ( [images] => Array ( ) [values] => Array ( ) ) [tier_price] => Array ( ) [tier_price_changed] => 0 [stock_item (Mage_CatalogInventory_Model_Stock_Item)] => Array ( [item_id] => 2372735 [product_id] => 10406 [stock_id] => 1 [qty] => 639.0000 [min_qty] => 0.0000 [use_config_min_qty] => 1 [is_qty_decimal] => 0 [backorders] => 0 [use_config_backorders] => 1 [min_sale_qty] => 1.0000 [use_config_min_sale_qty] => 1 [max_sale_qty] => 0.0000 [use_config_max_sale_qty] => 1 [is_in_stock] => 1 [use_config_notify_stock_qty] => 1 [manage_stock] => 1 [use_config_manage_stock] => 1 [stock_status_changed_auto] => 0 [use_config_qty_increments] => 1 [qty_increments] => 0.0000 [use_config_enable_qty_inc] => 1 [enable_qty_increments] => 0 [is_decimal_divided] => 0 [type_id] => simple [stock_status_changed_automatically] => 0 [use_config_enable_qty_increments] => 1 [product_name] => Después de Rimbaud la muerte de las artes [store_id] => 1 [product_type_id] => simple [product_status_changed] => 1 ) [is_in_stock] => 1 [is_salable] => 1 [website_ids] => Array ( [0] => 1 ) [request_path] => despues-de-rimbaud-la-muerte-de-las-artes-9786073006750-libro.html [url] => http://librosunam.hopto.org/despues-de-rimbaud-la-muerte-de-las-artes-9786073006750-libro.html [final_price] => 97 ) 1