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Es doctor en filosofía por la Universidad de Warwick del Reino Unido, pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Es profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; investigador en la red de Académicos por los Derechos Sociales, e investigador externo en el proyecto "Principios y bases normativas y sociales para una política migratoria incluyente".
Muñoz Oliveira, Luis (coordinadores)
Es investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM. Doctor en filosofía, se especializa en temas como la diversidad cultural, la justicia, la tolerancia y la dignidad humana. También escribe Ensayos y novelas.
[toc] => Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
I. El sustento evolutivo del principio de igual dignidad. . . . . . . 21
Luis Muñoz Oliveira
II. Intervención genética y dignidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Enrique Camacho Beltrán
III. Estatus moral y dignidad humana: ¿tienen
los fetos tempranos derecho a la vida?. . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Itzel Mayans Hermida
IV. Dignidad y derechos lingüísticos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Sandra Anchondo Pavón y Martha de Haro Romo
V. Dignidad, nacionalismo e inmigración. . . . . . . . . . . . . . . . . 129
Enrique Camacho Beltrán
VI.¿Puede la naturaleza poseer dignidad?. . . . . . . . . . . . . . . . . 151
José Jaime Loera González [free_reading] => PRÓLOGO La dignidad es el valor especial que le atribuimos a la vida humana sobre todas -o casi todas- las demás formas de vida y de existencia. Por ejemplo, los seres humanos apreciamos la existencia de nosotros mismos y de nuestros semejantes de manera tal, que anteponemos nuestros intereses fundamentales sobre la conservación de otras especies o sobre la integridad del medio ambiente. Pensamos que es moralmente permisible y hasta moralmente requerido, salvar la vida de un enemigo sobre la vida de un hermoso pavorreal, o que la vida de un grupo de personas vale más que el cañón de un río donde decidimos construir una presa. El problema con esta noción de dignidad es que pocas personas la entienden como algo que les pertenece a todos los individuos por igual. Además, la mayor parte de las personas tiende a "relativizar" las concepciones morales, calificándolas y limitándolas según sus propios intereses y según su propia cultura. Por ejemplo, en gran parte de nuestros países latinoamericanos es una ventaja relativa ser católico, urbano y hablar castellano, pues hay muchas personas que comparten los intereses asociados a la cultura hispanoparlante urbana y la moralidad católica. Sin preocuparse por los intereses de los demás, algunos quisieran que las minorías diferentes cambiaran y se adaptaran a estas preferencias. Pero cabe preguntar ¿es eso justo? ¿Con qué criterio hemos de juzgar dónde están los límites de los intereses legítimos y las acciones justas de la mayoría cultural o moral, y dónde comienzan los derechos de las minorías morales y culturales? En este libro exploramos una vía de solución: utilizar la noción del igual valor objetivo de cada vida humana, lo que aquí llamamos dignidad, como criterio para poner límites a los intereses legítimos de las mayorías morales y culturales. Este libro es producto de una investigación más amplia, que comienza en un libro anterior llamado Aproximaciones a la diversidad cultural. Ahí intentamos describir y limitar los problemas del relativismo cultural y la inconmensurabilidad entre culturas, explorando los alcances morales de las buenas razones y la hermenéutica para enfrentar los problemas teóricos y conflictos reales emanados de la diversidad cultural. Una y otra vez, a lo largo de dichas investigaciones, nos topamos con la noción de "dignidad humana". Lo anterior gracias a la tradición kantiana y de varios escritores liberales, o a que Ronald Dworkin y Martha Nussbaum, autores que discutimos con amplitud, también se refieren al concepto. Además, en el debate contemporáneo los temas de la dignidad y los derechos humanos están más vigentes que nunca. Gracias a la persistencia y recurrencia de la dignidad en la discusión de la diversidad cultural nos planteamos el proyecto de conceptualizar, con mayor detenimiento, su centralidad. Aquí suponemos que la idea de dignidad humana es la noción más apropiada y rica para abordar asuntos relacionados con la diversidad cultural y, en general, con la justicia entre humanos. Esto, incluso sobre otras nociones familiares, como la de autonomía, que para algunas personas basta para agotar el debate ético y político. Lo cierto es que debido a su importante posición en nuestras discusiones, decidimos dedicarle un volumen entero a la idea de dignidad. No con la obtusa idea de limitarnos al debate semántico de la definición de dignidad, para establecer un núcleo de significado e identificar casos difíciles donde la definición no aplique del todo; sino que, más allá del problema meramente abstracto y conceptual, decidimos ordenar un diálogo y enmarcar un debate entre la concepción de dignidad y problemas urgentes y concretos. Vale entonces prevenir al lector de que en estas páginas, si bien encontrará los debates sobre la dignidad en Kant o en Dworkin, o las características que dotan de estatus moral serio a los seres vivientes; también encontrará que el tema central del libro no es la dignidad humana en sí, como concepto, sino más bien sus implicaciones y repercusiones. El libro reúne trabajos sobre el gran impacto que la concepción de dignidad ha tenido o puede tener en las políticas públicas y los sistemas normativos de Latinoamérica y del mundo. Podríamos decir que el libro está ordenado en dos partes. La primera parte se consagra a la reflexión ética y la segunda a la reflexión política. La reflexión ética se pregunta por los límites que la dignidad pone a las visiones morales de cada quien y de la mayoría. La reflexión política explora los límites de los deseos de la mayoría de sentirse como en casa en sus comunidades políticas, y la necesidad de las minorías de ser respetadas dentro de las comunidades políticas donde viven. La reflexión ética comienza con una exploración que se extiende hasta el terreno de la biología de nuestras emociones. El reconocimiento de la dignidad humana de cada persona es de una importancia primitiva y básica, debido a que su violación dispara emociones violentas que conducen al conflicto entre individuos. Y esto es así, argumenta Muñoz Oliveira -siguiendo varios textos de etólogos y de psicólogos sociales-porque las respuestas emocionales asociadas a la dignidad humana forman parte del proceso evolutivo y de la estructura de nuestro cerebro. La discusión del primer capítulo pretende apoyar un argumento pragmático en pos del reconocimiento de la igual dignidad de todos. Esta especulación, por supuesto, no constituye una fundamentación exhaustiva de la dignidad humana, sino que simplemente pretende añadir a los elementos teóricos que sostienen la igualdad del valor de cada vida humana un argumento pragmático, que no es sustituto de las grandes defensas teóricas, sino un pequeño bastión más de la igual dignidad. El texto comienza señalando algunos problemas de las definiciones clásicas de la dignidad, como podrían ser la kantiana o la de Dworkin, para luego basarse en la noción de Jeremy Waldron, quien señala que la dignidad humana es un estatus que no debe entenderse como una meta que necesita de los derechos humanos como instrumentos para realizarse. Más bien, la dignidad es y se expresa en un conjunto de derechos. El autor no profundiza demasiado en este asunto interesante y apenas lo apunta para luego dirigirse al debate de las emociones morales. El segundo capítulo del libro, escrito por Enrique Camacho Beltrán, ya muestra más francamente el cariz de lo que antes señalábamos: acude a la dignidad para enfrentar un asunto que bien podría parecer fantasioso aunque no lo es del todo, veamos: los avances en ingeniería e intervención genética prometen la posibilidad de que los seres humanos dominemos la capacidad de modificar nuestros patrones genéticos. Lo cual, sin duda, abre la puerta a una cuestión ¿es esta manipulación moralmente permisible, correcta o siquiera deseable? Por muchas razones, y con la información que tenemos a estas alturas, nos resulta difícil o, peor, imposible alcanzar una respuesta clara a las cuestiones mencionadas, hay muchos misterios en el camino, muchas oscuridades. Mientras estos misterios se disipan, Camacho Beltrán sugiere que comencemos por preguntarnos cosas más modestas. No cabe duda de que los padres tienen la obligación de cultivar a sus hijos y de procurar hacer de ellos mejores personas. Ahora, ¿será moralmente permisible o estará moralmente requerido que un padre haga uso de la intervención genética para mejorar las facultades y capacidades normales de sus hijos? Camacho Beltrán sospecha que la concepción estándar de autonomía dirá que sí es moralmente permisible. Pero él cree que esa concepción de autonomía es demasiado tosca. Aunque el autor no resuelve concluyentemente la cuestión, procura documentar una sospecha: una concepción más rica de autonomía, basada en la dignidad en términos de la responsabilidad que cada quien tiene de hacer algo valioso con su vida, podría condenarnos a la búsqueda de la perfección genética. Todo esto se liga íntimamente con la idea que sostiene Ronald Dworkin de dignidad humana. Según él, ésta se compone de autorrespeto y autenticidad. Apuntemos que el cuarto capítulo del libro se detiene bastante en tal definición. En el tercer capítulo, Mayans Hermida se pregunta por los límites de la dignidad. Esto al cuestionar si los fetos humanos tienen el tipo de dignidad que haría injusto privarlos de la vida. Mayans Hermida comienza por precisar que la dignidad no es una propiedad material del mundo que se pueda medir empíricamente, ni acerca de la cual se puedan establecer grados continuos. La autora detalla los términos en los que se presentan las posturas más radicales, ya sean provida o proelección, en relación con el estatus moral de los fetos. Todo esto, claro está, impacta la discusión pública respecto a la interrupción del embarazo. Debate urgente y actual no sólo en el mundo, sino en Latinoamérica, pues está directamente vinculado con los derechos de las mujeres y sus posibilidades de vivir mejores vidas. En general, para Mayans la dignidad establece el requerimiento de valorar los rasgos que están presentes en los seres sensibles que son candidatos a gozar de estatus moral. Para la autora, la dignidad es un concepto normativo que nos indica cómo debemos valorar la vida humana. Es decir, la dignidad es el valor especial que tiene la vida moral. La autora distingue entre dos tipos de esta-tus moral, siguiendo la definición de Mary Anne Warren: "estatus moral serio" y "estatus moral inferior" y también entre dos tipos de valor moral, esto según la definición de David Bonnin: "valor de existencia" y "valor de integridad". Las personas nos distinguimos por poseer las primeras alternativas de ambas distinciones, alternativas que según Mayans no deberían aplicarse a los fetos que se encuentran en una etapa temprana o inicial de su gestación. Además, Mayans Hermida menciona cuál es el desacuerdo fundamental entre las posturas provida y pro elección más radicales y muestra cómo las dos partes tienden a minimizar la evidencia científica acerca del momento en el que los fetos adquieren las capacidades humanas que los hacen sujetos de intereses y, en dicha medida, de derechos. La dignidad como estatus moral y valor de existencia se asocia con la capacidad de ser sujetos de intereses y de derechos. Finalmente, la autora señala que la manera más razonable de atribuir estatus moral a los fetos es hacerlo a partir de que dejan de ser "tempranos". Es decir, a partir de que se puede demostrar que cuentan con cierta actividad cerebral y una mínima capacidad de autoconciencia; lo cual, aparentemente, sucede a partir de las doce semanas de gestación. En el cuarto capítulo de este volumen, Sandra Anchondo Pavón y Martha de Haro Romo abordan un tema que está en el centro de la polémica entre los liberales más clásicos, defensores de la neutralidad, como podrían ser John Rawls o el mismo Ronald Dworkin, y aquellos que critican la posibilidad de que la neutralidad sea posible o deseable, como los multiculturalistas y los comunitaristas, por citar algunos. Las autoras defienden que la justicia lingüística es un elemento esencial de la dignidad, porque sin una relación apropiada con la lengua materna y la de los demás, no puede existir una relación adecuada con la identidad de uno mismo. Para ellas, la lengua no sólo tiene un valor instrumental para la comunicación y la transmisión de significado, sino también tiene un valor intrínseco tal que la vida de cada persona se vería seriamente empobrecida si la lengua propia no logra cumplir su papel en la formación de la identidad social o comunitaria del individuo. El daño que la discriminación étnica y lingüística hace a las personas es que al privilegiar la lengua dominante se devalúan las lenguas propias. Ello contribuye a la imposibilidad de desarrollar el respeto por uno mismo y por el grupo al que uno pertenece. También se destruye toda posibilidad de alcanzar de forma auténtica la individualidad de la persona y la singularidad del grupo. En el caso de Latinoamérica, entonces, las políticas lingüísticas homogeneizantes o francamente castellanizantes pueden considerarse, sugieren las autoras, profundamente injustas. Lo anterior porque siempre se establecen bajo la lógica de la dominación, con signo falso de la superioridad de una lengua sobre las demás. Este engaño social imposibilita la formación del respeto por uno mismo y la vida auténtica de estos grupos subyugados. Sin embargo, parece que también, del otro lado, dictar la supervivencia de las lenguas, obligar a los hablantes originarios a conservarlas, instigar a los hablantes de las lenguas dominantes a aprenderlas, parece igualmente autoritario y perverso. En efecto, la justicia de la lengua plantea un dilema que las autoras entienden bien. La inacción y la omisión es profundamente injusta porque impide que los grupos lingüísticos desarrollen una identidad digna, pero la acción y la imposición de la protección lingüística tiene un gran potencial de injusticia. Por eso Anchondo Pavón y Haro Romo no pretenden imponer una solución al dilema de la justicia lingüística. Antes bien, quieren establecer las condiciones del diálogo mediante la delimitación de las coordenadas del problema y sugiriendo distintas vías de solución. Estas vías incluyen la idea de conceptualizar el plurilingüismo como un valor inherente a las sociedades liberales e igualitarias. En el quinto capítulo, Enrique Camacho Beltrán nos dice que el nacionalismo es la idea de que la nación y el Estado deben coincidir lo más posible. Pero Camacho teme que en Latinoamérica el nacionalismo ponga en peligro la dignidad de los latinoamericanos. La dignidad es el igual valor de la vida de cada una de las personas. La discriminación es un daño que no puede permitirse, porque pone en peligro la dignidad de las personas al estipular que hay algún grupo que vale más que otros. Es posible que el discurso nacionalista del Estado populista latinoamericano tenga un papel central en la frecuencia con la que los latinoamericanos discriminan. Por ejemplo, en México el nacionalismo ha sido construido y cuidadosamente hilvanado por la educación pública posrevolucionaria. Esto con el fin de construir la cultura política pública de los regímenes priista y perredista. Camacho Beltrán sostiene que los mexicanos comparten una cultura política pública que es hostil a los valores de la democracia liberal, debido a que el libro de texto gratuito que se utiliza en la educación básica presenta una visión de la historia patria que se finca en ese tipo de valores. El régimen de la Revolución mexicana estableció un discurso de legitimación que se desarrolló a través de los programas de educación básica. El milagro de la Secretaría de Educación Pública, dice el autor, consistió en unificar a la nación que surgía. Sin embargo, el efecto colateral de esta intervención fue que la historia patria introdujo a la cultura política pública valores antidemocráticos e iliberales. Estos valores dificultan la asimilación de México en la arena global del siglo XXI, sobre todo en temas como competencia y migración. Según Camacho Beltrán, lo anterior es un peligro importante porque el nacionalismo revolucionario tiende a la asimilación de las minorías culturales, el proteccionismo y la explotación de mercados protegidos y la distribución de privilegios a sus clientelas y corporaciones. Pero el autor no se propone comprobar la tesis de la relación causal entre nacionalismo revolucionario y discriminación hacia los migrantes. Más bien, parte de esa sospecha para preguntarse si en general, conceptualmente, los valores nacionalistas son compatibles con nuestras nacientes democracias liberales latinoamericanas. Camacho Beltrán rechaza esta compatibilidad conceptual al distinguir el derecho fundamental de autodeterminación política, de otro derecho fundamental con frecuencia olvidado: la autodeterminación cultural. Según el autor; el error del nacionalista es confundir estos dos derechos. Pero Camacho Beltrán insiste en que no hay ninguna razón para pensar que la autodeterminación política implica la autodeterminación cultural. Más bien, al contrario, la autodeterminación política parece requerir que los ciudadanos desarrollen de manera "orgánica" la cultura que les parezca bien, integrando sus esfuerzos individuales. Y es que todo esfuerzo gubernamental de proteger la cultura dominante requeriría una versión oficialista de la misma. A Camacho Beltrán le parece que la interpretación del gobierno de una cultura cualquiera, derrota el propósito individual de, primero, identificarse con cualquier cultura. Para cerrar este libro incluimos un capítulo que expresamente le pedimos al doctor Juan Jaime Loera, sobre otras formas de entender la dignidad, pues nos parecía que enriquecería el contenido del volumen. Loera González, después de hacer una revisión de la modernidad y su visión antropocentrista, aventura una concepción alterna de dignidad que tiene como base los principios de la racionalidad andina: relacionalidad, correspondencia, complementariedad y reciprocidad. Esta concepción se inspira más, dice él, en las asociaciones y sus prácticas, que en los individuos. Así, nos explica, propone una dignidad que se conciba "entre" los sujetos y no "en" ellos. Es una dignidad que se halla en la relacionalidad, en la complementariedad y en la reciprocidad de todas las cosas que conviven en un espacio. Esta dignidad, piensa Loera González, parte de la idea de que no existen "entes aislados", sino que todo es parte constituyente de lo que él llama "la red vital de fuerza y vida del cosmos". Una concepción de dignidad así, permitiría superar el antropocentrismo y hacer hincapié en la complementariedad múltiple de las asociaciones, lo que posibilitaría reconocer el valor de las prácticas que perfectamente pueden propiciar un Estado de bienestar que se oriente hacia el respeto y complementariedad en la vida y se aleje de las fuerzas dominantes del mercado y la explotación. Así, sostiene Loera González, esta forma alterna de entender la dignidad, posibilitaría, por ejemplo, modificar nuestros códigos morales al tomar en cuenta que un bosque no existe en aislamiento, sino que posibilita la captación de lluvia, la regeneración de la fauna, la producción de oxígeno, la condensación del agua y la regulación de la erosión; todos estos fenómenos posibilitan la vida y por ello la dignidad debe ser relacional. En fin, como se puede apreciar, este libro contiene un debate entre al menos tres formas distintas de entender la dignidad: 1) desde el autorrespeto y la autenticidad; 2) como un estatus de igualdad que se puede apoyar en emociones primitivas; 3) como una visión integral que describe la dignidad como un concepto relacional. ENRIQUE CAMACHO BELTRÁN Y LUIS MUÑOZ OLIVEIRA [group_price] => Array ( ) [group_price_changed] => 0 [media_gallery] => Array ( [images] => Array ( ) [values] => Array ( ) ) [tier_price] => Array ( ) [tier_price_changed] => 0 [stock_item (Mage_CatalogInventory_Model_Stock_Item)] => Array ( [item_id] => 319948 [product_id] => 9455 [stock_id] => 1 [qty] => 157.0000 [min_qty] => 0.0000 [use_config_min_qty] => 1 [is_qty_decimal] => 0 [backorders] => 0 [use_config_backorders] => 1 [min_sale_qty] => 1.0000 [use_config_min_sale_qty] => 1 [max_sale_qty] => 0.0000 [use_config_max_sale_qty] => 1 [is_in_stock] => 1 [use_config_notify_stock_qty] => 1 [manage_stock] => 1 [use_config_manage_stock] => 1 [stock_status_changed_auto] => 0 [use_config_qty_increments] => 1 [qty_increments] => 0.0000 [use_config_enable_qty_inc] => 1 [enable_qty_increments] => 0 [is_decimal_divided] => 0 [type_id] => simple [stock_status_changed_automatically] => 0 [use_config_enable_qty_increments] => 1 [product_name] => Dignidad y culturas [store_id] => 1 [product_type_id] => simple [product_status_changed] => 1 ) [is_in_stock] => 1 [is_salable] => 1 [website_ids] => Array ( [0] => 1 ) [request_path] => dignidad-y-culturas-9786070297953-libro.html [url] => http://librosunam.hopto.org/dignidad-y-culturas-9786070297953-libro.html [final_price] => 165 ) 1