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En la zona de La Merced se asentó el principal mercado mayorista de alimentos de la ciudad y del país. En esa zona, se realizaba más del 50 por ciento de todas las transacciones comerciales de alimentos a nivel nacional. La historia de la comercialización mayorista de alimentos generó un sistema sobrecargado de agentes comerciales, mientras el gobierno trataba de normar las actividades comerciales.
El estudio de La Merced y el comercio mayorista implica un enorme reto sociológico. Como tema ha sido tratado sólo en algunos pocos trabajos antropológicos, pero este estudio trata de conocer la organización de los comerciantes, para entender la historia de estos grupos tal como eran antes de mudarse a la nueva Central de Abasto. La desconfianza de los comerciantes era un reto enorme a vencer, que sólo pudo resolverse con la participación constante y cotidiana realizada por Héctor Castillo Berthicr en esos años.
Sin duda, el trabajo más difícil a realizar en esta historia fue la recuperación de los relatos y la observación diaria sobre los mayoristas, de su vida y el sistema de distribución de alimentos de la gran metrópoli, los relatos y la observación de la vida cotidiana y el trabajo de los comerciantes mayoristas. Ese es el objetivo central y la principal aportación de este estudio: conocer de cerca a los comerciantes y acercarse a sus vidas y su trabajo. [short_description] => En la década de los ochenta, operaba en la Ciudad de México, un sistema de abasto alimentario localizado en el viejo mercado mayorista de alimentos de La Merced en el centro histórico y precisamente, este trabajo de investigación se inició en 1980, cuando el Sistema Alimentario Mexicano (SAM) comenzó un proceso de recuperación de información, a nivel nacional, para desarrollar una estrategia modernizadora del abasto alimentario, en todos los estados y municipios de México. Dentro del SAM, se había decidido que era de vital importancia cerrar ese viejo mercado mayorista, para trasladarlo a lo que sería la nueva Central de Abasto (CEDA), que empezó a funcionar en la delegación Iztapalapa en noviembre de 1982.
En la zona de La Merced se asentó el principal mercado mayorista de alimentos de la ciudad y del país. En esa zona, se realizaba más del 50 por ciento de todas las transacciones comerciales de alimentos a nivel nacional. La historia de la comercialización mayorista de alimentos generó un sistema sobrecargado de agentes comerciales, mientras el gobierno trataba de normar las actividades comerciales.
El estudio de La Merced y el comercio mayorista implica un enorme reto sociológico. Como tema ha sido tratado sólo en algunos pocos trabajos antropológicos, pero este estudio trata de conocer la organización de los comerciantes, para entender la historia de estos grupos tal como eran antes de mudarse a la nueva Central de Abasto. La desconfianza de los comerciantes era un reto enorme a vencer, que sólo pudo resolverse con la participación constante y cotidiana realizada por Héctor Castillo Berthicr en esos años.
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Doctor en Sociología, investigador, músico, periodista, especialista en problemas urbanos en las áreas de basura, La Merced y el abasto alimentario, caciquismo, desarrollo social, cultura, juventud y violencia. Autor de varios libros y numerosos artículos en revistas nacionales e internacionales. Columnista regular del Periódico Metro y conductor de programas radiofónicos. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y del SNI. Director del Proyecto Circo Volador y Coordinador de la Unidad de Estudios Sobre la Juventud (UNESJUV) en la UNAM.
[toc] => INTRODUCCIÓN 9
CAPÍTULO I. ANTECEDENTES COMERCIALES 17
CAPÍTULO II. EL ABASTO: DEL PORFIRISMO A LA REVOLUCIÓN 31
La ciudad 31
Los bancos 35
El comercio 41
La Merced 51
Testimonios 55
CAPÍTULO III. LOS PIONEROS DE LA MERCED (1920-1940) 69
El contexto político 69
La institucionalización del abasto 82
La Ciudad de México 84
El auge comercial 87
La intermediación 97
La Merced 104
Testimonios 106
Comercio ambulante versus comercio establecido 137
Comercio y corporativismo 139
CAPÍTULO IV. LA ESPECIALIZACIÓN DEL COMERCIO MAYORISTA (1940-1960) 149
El contexto político 149
La Ciudad de México 187
La Merced 202
Mercado 209
El comercio mayorista 213
CONCLUSIONES 263
BIBLIOGRAFÍA 273
ÍNDICE DE CUADROS, GRÁFICAS Y FOTOGRAFÍAS 281 [free_reading] => El presente trabajo pretende ofrecer al lector un panorama amplio y accesible de lo que ha sido parte de la historia (1900-1960) de los grupos de comerciantes mayoristas que se asentaron en la zona de La Merced, en la Ciudad de México. Una de sus principales características es que presenta información de primera mano, obtenida a través de la reconstrucción de historias de vida con diversos comerciantes de alimentos, que van entrelazadas a una revisión de los principales sucesos políticos y económicos que configuraron la consolidación de este grupo social. La idea para desarrollar un estudio sobre los grupos de comerciantes mayoristas de alimentos, conocidos popularmente como "los bodegueros de La Merced", surge como una respuesta ante la necesidad de información sobre este importante sector de la sociedad. Asimismo, la crítica fácil y permanente tanto a los procesos de comercialización como a los mayoristas de alimentos (a quienes se acusa sistemáticamente de especulación, usura, agio, ocultamiento y encarecimiento de productos, inflación de precios y otras denuncias), han carecido de análisis serios y con ello no sólo se confunden muchas veces los verdaderos orígenes de la problemática de distribución de alimentos, sino que se presta, en muchas ocasiones, a la proposición de soluciones superficiales que en poco o en nada ayudan a desarrollar esta actividad imprescindible en la sociedad: su alimentación. La importancia central del tema radica en el hecho de que todos los habitantes de la ciudad (y del mundo) necesitamos consumir diariamente distintos alimentos, en mayor o menor cantidad o calidad, a mayor o menor precio (según la zona donde sean adquiridos) y ésa es una necesidad imperiosa e indispensable para la vida humana. Surgen entonces las primeras interrogantes: ¿cómo se abastece de alimentos una ciudad?, ¿qué canales y redes de interacción económica, social y política se forman para que esto suceda cotidianamente?, ¿cuál es el papel del Estado en la regulación de estas relaciones? Esto adquiere un tamaño considerable si pensamos que tan sólo en 1992, se dice, la Ciudad de México consumía diariamente alrededor de 13 mil toneladas de alimentos, y que en 1985 en México la cuarta parte del personal ocupado estaba empleado en el comercio y el 21 por ciento del PIB se generaba en este sector. En 2013, la Central de Abasto, que vino a sustituir el comercio mayorista de alimentos de La Merced en 1982, reportó la comercialización de 30 mil toneladas de alimentos y productos básicos. Mucho tiempo se pensó en las ciencias sociales que el tema del comercio era un tema irrelevante o secundario, se estimaba que la función comercial era algo automático, inherente a los procesos económicos; bajo esta perspectiva, bastaba producir para que la distribución llegara por sí sola para articular el consumo. Esta visión está superada y se sabe que no sólo importa producir sino también distribuir y que cada vez es más necesario profundizar en el estudio del comercio y de la política comercial, o como lo menciona Sodi y Rello (1989), "concebir el comercio como una función pasiva y secundaria conduce a ignorarla como objeto de regulación y fomento para perseguir fines económicos y sociales". Dentro de una sociedad donde la mayor parte de los productos generados para la satisfacción de las necesidades más inmediatas de la población adquieren la forma de mercancías, es decir, la forma de productos que sólo pueden ser obtenidos mediante las relaciones de compra y venta, la comercialización resulta ser un elemento clave dentro del proceso de distribución de estos satisfactores. La comercialización puede definirse, por lo tanto, como el conjunto de operaciones de compra y venta que median la relación entre productores y consumidores. En México, como en muchos países del Tercer Mundo, se habla de que el principal problema que aqueja al proceso de comercialización de alimentos es el de la intermediación, entendida como aquella actividad comercial que ubicándose en la esfera de la comercialización desempeñan tanto individuos como empresas privadas y aún estatales, cuyo objetivo no es otro que el de obtener ganancias (económicas para los privados, sociales y políticas para el Estado) a través de continuas operaciones de compra y venta de los productos. Es un hecho que la intermediación comercial no solo dificulta la relación entre productores y consumidores al contribuir en el alargamiento de la cadena de distribución de las mercancías sino que además influye en el encarecimiento de los productos. Pero también es cierto que con los procesos de urbanización, la comercialización de mercancías (y con ello la intermediación) adquiere una importancia creciente. Conforme crecen las ciudades y se hacen más complejas, mayor relevancia cobran sus conexiones internas. Dicho de otra forma, el comercio sirve también para poner en contacto y articular a la sociedad con la economía. Tanto por la dimensión urbana de la Ciudad de México como por su importancia comercial en el abasto de alimentos, reconstruir diversas historias de vida de viejos comerciantes que se asentaron en La Merced (que fuera hasta 1982 la principal lonja de alimentos del país con un manejo estimado del 40% de la oferta nacional) resultaba un reto difícil de vencer aunado a la cerrazón normal de los grupos comerciales y la desconfianza que les crea cualquier gente extraña que se acerca a ellos. La Merced fue una ciudad aparte dentro de la misma ciudad. Desde sus orígenes más remotos en que se habla de la confluencia de canales pluviales que permitían el libre flujo del comercio indígena y el intercambio de productos, al igual que durante todas las épocas de su historia, esta zona creó sus propias reglas de supervivencia, de cohesión, de reproducción comercial y de aniquilamiento para aquellos que no cumplían con las costumbres y tradiciones aceptadas por la mayoría. Era un submundo en donde fue conformándose un sistema comercial atrofiado y muchas veces corrupto, con un alto costo tanto a nivel de la producción como en el transporte, el almacenamiento y la distribución final de los productos. El comercio mayorista de La Merced inició su etapa de mayor consolidación a partir de principios del presente siglo y su crecimiento fue ligado permanentemente al fortalecimiento del Estado, al crecimiento de la población, a la expansión urbana y a los distintos procesos de la modernización de la industria, del comercio, de la Banca, del transporte y de las vías y medios de comunicación. Parte fundamental de la vida de la Ciudad de México, en La Merced se puede recrear el paso de los hombres y sus vidas, nace con los canales y las chinampas, con la ida y venida de productos, de animales y semillas; de gente ansiosa por encontrar trabajo, de inmigrantes y delincuentes, de religiosos, de pordioseros miserables, de jerarcas y altos funcionarios, de figuras públicas, de historias y leyendas sobre sus calles, casas y su gente. Asimismo es un auténtico caleidoscopio para la investigación; en su historia se encuentra La Merced económica, La Merced arquitectónica, el barrio "vicioso" y corrupto, la fuente inagotable de trabajo para los migrantes recién llegados, La Merced sucia, delincuente, anticuada, decadente y anacrónica, La Merced prostituida y prostituible por lenones y funcionarios deshonestos. El trabajo que aquí se presenta es una visión sui géneris de lo que sucedió en el barrio de La Merced dentro del comercio mayorista de alimentos. Aspira a encontrar algún dato importante sobre el espíritu del abasto y plantear algunos elementos de análisis que permitan profundizar la historia más reciente del abasto, de la alimentación de la ciudad y de los numerosos grupos sociales que confluyen en estos procesos. En La Merced el tiempo fluía lentamente y la vida diaria de los comerciantes parecía estar marcada por el espíritu de la permanencia. Los "bodegueros" no son un grupo con movimientos sociales fuertes, sin embargo han mudado su esencia al paso de los años. De la primera organización de comerciantes españoles de abarrotes (o víveres, como le llamaban ellos), se abrieron paso paulatinamente a nuevos comerciantes, mexicanos, muchos de ellos antiguos empleados de sus propios comercios que al aprender el oficio decidían independizarse ante el crecimiento del mercado. Por su parte, los mayoristas de frutas y legumbres tienen su propio origen y dinámica. Pensemos por un momento en cuántos tipos de productos hay, en las regiones productoras, en la extensa variedad y calidad de los mismos, en el esfuerzo que representaba traerlos desde zonas remotas, y la perecibilidad y las mermas en su empaque y transporte. Resulta curioso observar cómo, dentro del comercio de perecederos, todos los comerciantes son mexicanos: "Aquí se trabaja 365 días al año y empezamos a las tres de la mañana, a ver, dígame ¿qué `extranjerito' quiere venir acá a sufrir eso?", alegan los orgullosos mexicanos. Los comerciantes de hortalizas (elotes, rábanos, col, cilantro, apio, etcétera), que provienen en su mayoría de la zona del mercado de Jamaica, obligan a rememorar los orígenes indígenas de estos productos: las siembras colectivas, las mayordomías, los santos patrones, la santificación de la familia como punto central de las actividades productivas. Los mayoristas no han constituido ningún grupo político específico, se han limitado a crear agrupaciones cuya obligación se circunscribe a mantener abiertas las puertas de la acumulación y quizá, por su falta de participación en una política más amplia, sea que apenas unos cuantos comerciantes toman los puestos de liderazgo reciclándose entre ellos mismos de vez en vez. Durante las muchas décadas en que La Merced permaneció como la principal zona distribuidora de alimentos, este estómago de la ciudad favoreció el asentamiento y crecimiento de muchos otros problemas sociales como la prostitución, el alcoholismo, el hacinamiento, la delincuencia, y el tráfico de drogas y, se menciona incluso, fue la Candelaria de los Patos (zona contigua a La Merced) la primera zona marginal de la Ciudad de México. Frente a toda la problemática que surge de la distribución de alimentos, la política estatal ronda como un fantasma que recorre infructuosamente la historia del abasto. Comités reguladores, instituciones bancarias oficiales, programas nacionales de alimentación, controles de precios, subsidios, tiendas, autoservicios y un sinnúmero de otros organismos se han creado y han desaparecido en medio de la distribución de alimentos, a la par de cientos de miles de burócratas que también han desfilado por las distintas dependencias gubernamentales creadas alrededor del abasto y la distribución de alimentos. De hecho, ningún Estado latinoamericano tiene (o ha tenido) a la mano tantos instrumentos, ni ha llegado tan lejos en sus funciones; sin embargo, el estudio sobre la política comercial global del Estado en materia alimentaria rebasa con mucho los alcances de este trabajo. En las siguientes páginas se presenta información recolectada en tres niveles: 1) la revisión bibliográfica sobre los temas tratados; 2) una revisión hemerográfica de aspectos urbanos y sociales relacionados con el comercio de alimentos de la Ciudad de México; y, 3) las entrevistas realizadas con comerciantes y gentes del barrio de La Merced. En el caso de las entrevistas a comerciantes y vecinos de la zona muchos de ellos expresaron específicamente su deseo de permanecer en el anonimato por lo cual simplemente se les asignó un número, o bien un nombre ficticio. En la primera parte del estudio se presenta una versión resumida de los antecedentes comerciales de la zona de La Merced, desde la época de los mexicas hasta fines del siglo xix. El segundo capítulo arranca en el Porfirismo y liga su análisis con el principio de la Banca, la influencia en el abasto de los medios de transporte, los tipos de productos que llegaban y que se consumían, acompañados por algunas descripciones de la época hechas por los entrevistados más vetustos. El tercer capítulo reseña la consolidación de la institucionalidad revolucionaria y algunas de las principales medidas impuestas para "regular" el comercio, la aparición de las primeras agrupaciones de comerciantes de La Merced y el nacimiento de los diversos grupos comerciales. El cuarto y último capítulo de este trabajo entra de lleno a lo que se conoce en el medio comercial como la "época de oro" de La Merced y el efecto que tuvo en la especialización de los mayoristas por productos, así como la descripción del nacimiento de esta etapa de estabilidad económica y crecimiento posteriores a la segunda guerra mundial y que marcan la plataforma sobre la cual quedaría organizado el abasto de alimentos hasta la década de 1980. Finalmente, se presentan algunas conclusiones y reflexiones sobre los distintos "momentos históricos" que pueden ser estudiados en el abasto de alimentos de la ciudad y se deja abierta la puerta para continuar con los periodos más recientes de su historia. 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