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Chávez Galindo, Ana María (editora)
Es actuaria egresada de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Cursó la maestría en demografía en el Colegio de México y se doctoró, también en demografía, en la Universidad de París I, Pantheón-Sorbone. Es miembro del Colegio Nacional de Actuarios, de la Sociedad Mexicana de Demografía, y de la Sociedad Internacional para el Desarrollo. Es especialista en la investigación de las características de la migración interna en México y su vinculación con el proceso urbano. Miembro del SNI nivel II. Su actividad en la docencia también ha sido amplia y comprende participaciones en el Centro Nacional de Productividad, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y el Instituto Nacional de Salud Pública. Actualmente es la Directora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM. Las líneas de investigación en las que se ha centrado son la migración interna en México, Migración interna e internacional, Migración interna, Población indígena y ha publicado con estos temas tres libros.
Corona Vázquez, Rodolfo (editor)
Es maestro en demografía por el Centro Latinoamericano de Demografía. Su área de investigación se centra en métodos cuantitativos, mortalidad y migración interna e internacional. Es autor de Medición indirecta de la inmigración temporal en Baja California
 Echarri Cánovas, Carlos Javier (editor)
(Ciudad de México, 1964) estudió actuaría en la Facultad de Ciencias de la UNAM; maestro en demografía por El Colegio de México (Colmex), y doctor también en demografía por la Universidad de Lovaina, Bélgica. Profesor-investigador del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales en El Colmex. Su área de estudio es demografía y estudios de población y sus líneas de investigación es la familia y la salud reproductiva. Ha colaborado con distintas funciones en Conasida, el Colegio de la Frontera Norte, Conapo, entre otras instituciones. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores con el nivel II. Cuenta con seis libros  y varias publicaciones  en revistas.
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Introducción 
Referencias bibliográficas 

1. Dejando atrás la juventud en México: cambios y continuidades 
Introducción 

La transición a la adultez: un panorama 

Aspectos metodológicos 

Resultados: características recientes del paso a la adultez 
Número de transiciones y la primera transición 

Calendario e intensidad 

Salida de la escuela 

Primer empleo 

Primera unión 

Entrada en la paternidad o maternidad 

Factores asociados al calendario de las transiciones a la adultez 

Conclusiones: cambios y continuidades en la transición a la adultez 2000-2010 

Referencias bibliográficas 

2. Trayectorias hacia la adultez en México: un acercamiento desde la perspectiva del análisis de secuencias 
Introducción 

Antecedentes 

Fuente de datos y métodos 

Las trayectorias a la adultez en México: resultados del análisis 
Las trayectorias de los hombres jóvenes 

Las trayectorias de las mujeres jóvenes 

Prevalencia de acuerdo con zonas de residencia 

Discusión de los resultados 

Referencias bibliográficas 

3. Panorama educativo de los jóvenes en México, 2010 
Introducción 

Antecedentes: los jóvenes en México 

Metodología 

Resultados 

Educación formal 
Asistencia escolar 

Elección de escuela 

Nivel de estudios 

Promedio de años estudiados 

Realización de estudios según sistema escolar 

Motivos para dejar los estudios 

Expectativas educativas a futuro 
Deseos de continuar los estudios 

Expectativas de estudio 

La escuela, un lugar donde los jóvenes sufren actos de discriminación, abusos, violencia e ilícitos 
Ocurrencia de ilícitos dentro de la escuela 

Efecto del sexo, contexto de residencia, condición étnica, edad y estrato socioeconómico sobre algunas características educativas de los jóvenes. Modelos de regresión logística 

Reflexiones finales 

Bibliografía 

4. El rezago educativo y las razones por las que los jóvenes abandonan los estudios 
Antecedentes 

La población joven y su distribución nacional por tipo de localidad 

El rezago educativo 

Los jóvenes y la asistencia a la escuela 

Los motivos de los jóvenes para abandonar sus estudios 

Razones para dejar los estudios agrupadas por factores 
Factores de índole económica 

Factor de la terminación de los estudios 

Factores conductuales 

Factores de nupcialidad y maternidad o paternidad 

Comentarios finales y conclusiones 

Referencias bibliográficas 

5. El trabajo y los jóvenes 
Introducción 

Antecedentes de investigación sobre el trabajo de los jóvenes 

Evaluación de la información 

Expectativas escuela-trabajo 

Condiciones laborales (experiencia, “precariedad”, insatisfacción en el trabajo y acoso laboral) 

Reflexiones finales 

Referencias bibliográficas 

6. Los jóvenes que no estudian ni trabajan en México, 1960-2010 
Cantidades de ninis de 1950 a 2010 

El perfil de los ninis de 1970 a 2010 

Referencias bibliográficas 

7. Trabajo doméstico e inactividad juvenil: un análisis de las experiencias vividas desde la perspectiva de género 
Introducción 

El estudio de los jóvenes en estado de inactividad educativa y laboral 

Un acercamiento a los ninis desde la perspectiva de género 

Definición y operacionalización de las categorías 

Actividades que realizan las y los jóvenes mexicanos 

Jóvenes en estado de inactividad educativa y laboral 

Jóvenes en trabajo doméstico no remunerado y en completa inactividad: distintas experiencias de análisis 
Experiencia relacionada con el matrimonio y la procreación 

Experiencia educativa 

Experiencia laboral 

Conclusiones 

Referencias bibliográficas 

8. Inserción laboral de los jóvenes migrantes de retorno de Estados Unidos a México 
Introducción 

Fuente y universos de población 

Interpretaciones sobre la inserción laboral de los jóvenes 

Dinámica de la migración de retorno de los jóvenes mexicanos 

Perfil sociodemográfico de los jóvenes migrantes de retorno 

Procesos de inserción laboral de los jóvenes migrantes de retorno 
Primer empleo 

Empleo actual 

Búsqueda de empleo 

Conclusiones 

Referencias bibliográficas 

9. Patrones de salud en la población joven de México, 2010 
Introducción 

Características sociodemográficas de los(as) jóvenes 

Problemas de salud y acceso a servicios médicos 
Problemas de salud 

Condición de acceso a servicios médicos 

Conformidad con el peso, hábitos alimenticios y actividad física 
Autopercepción del peso 

Tipo de alimentos consumidos 

Uso de dietas y consumo de productos para adelgazar 

Jóvenes que se provocan el vómito 

Actividad física 

Adicciones 
Consumo de tabaco 

Consumo de bebidas alcohólicas 

Consumo de drogas ilícitas 

Conclusiones 

Referencias bibliográficas 

10. Prácticas sexuales y uso de métodos anticonceptivos de los jóvenes mexicanos desde la perspectiva de género 
Introducción 

Resultados 
Iniciación sexual 

Uso de métodos anticonceptivos en la primera relación sexual 

Uso de condón en el inicio sexual 

A manera de conclusión 

Limitaciones metodológicas del estudio 

Anexo metodológico: índice de género 

Referencias bibliográficas 

11. Iniciación sexual, unión en pareja y nacimiento del primer hijo de las y los jóvenes en Chiapas, 2010 
Marco de referencia para el estudio de la transición sexual, matrimonial y reproductiva 

Relación entre iniciación sexual, matrimonio y primer hijo 

Características sociales y culturales 

Modelo para el análisis de la transición a la iniciación sexual, el matrimonio y el nacimiento del primer hijo 

Resultados 
Tablas de vida de la primera relación sexual, el matrimonio y el primer nacimiento 

Secuencia de calendarios de los eventos 

Riesgos proporcionales con el modelo de Cox 

Conclusión 

Referencias bibliográficas 

12. ¿Qué tan diferentes son los jóvenes urbanos de los no urbanos en el trabajo y en la vida sexual? 
Introducción 

Algunas características generales 

Efecto de las condiciones sociales y demográficas de los jóvenes en el inicio de su vida sexual, uso de anticonceptivos y condición de trabajo actual 
Efecto en el inicio de la vida sexual de los jóvenes 

Efecto en el uso de algún método anticonceptivo en su primera relación sexual 

Efecto en el uso de algún método anticonceptivo en su última relación sexual 

Efecto en la condición de trabajo actual 

A manera de conclusiones 

Anexo estadístico 

Referencias bibliográficas 

Anexo metodológico 
I. Diseño metodológico de la Encuesta Nacional de Juventud (enj) 2010 

II. Construcción del indicador de estratos socioeconómicos 

Ficha catalográfica 

Aviso legal
    [free_reading] => Introducción


María Eugenia Anguiano Téllez*
anguiano@colef.mx



Los capítulos de este libro muestran la situación actual de los jóvenes mexicanos en diversas temáticas socioeconómicas, demográficas y culturales, a partir de la Encuesta Nacional de Juventud (enj) 20101 y de otras fuentes de información, para tratar de observar posibles cambios o continuidades en los patrones de vida de los jóvenes y aportar elementos de apoyo a las propuestas de acciones tendientes a afrontar algunas de las problemáticas que les afectan.
Los temas tratados se enfocan en la transición y trayectorias que siguen los jóvenes en su paso hacia la adultez, el panorama educativo y el problema del rezago, las condiciones laborales de los jóvenes, el problema de los jóvenes que no trabajan y no estudian, las características del trabajo doméstico y la inactividad juvenil, la situación laboral que enfrentan los jóvenes migrantes a su retorno de Estados Unidos, los patrones de salud en general, y en particular las prácticas sexuales y anticonceptivas que adoptan los jóvenes.
Cada autora o autor adoptó la metodología que consideró pertinente para su investigación y algunos trabajos son descriptivos mientras que otros son de corte analítico. Casi todos abordan lo que ocurre a nivel nacional, por entidad federativa o bien según el tamaño de las localidades: urbanas, no urbanas o rurales.2 Así, uno de los trabajos contempla la sexualidad y la formación de pareja en el estado de Chiapas, el de mayor pobreza del país, mientras que otro estudia las diferencias en la vida sexual y laboral de los jóvenes en las tres principales metrópolis de México, en localidades urbanas y no urbanas. En todos los trabajos se utiliza la enj 2010 como fuente de información, aunque en ocasiones se ha recurrido a otras fuentes para complementar el análisis.
Debido a que lo que ocurre para la población en su conjunto es diferente según su situación socioeconómica, cada autor procedió a realizar un análisis particular considerando lo que acontece en el estrato socioeconómico del joven o del hogar. Para tal efecto se construyó un índice de estrato socioeconómico3 que conjuga algunas características de los hogares: escolaridad de todos los miembros del hogar, escolaridad del integrante con mayor ingreso y características de la vivienda. Algunos autores optaron por otra estratificación, como lo indican en su texto.
Este libro inicia con dos capítulos que examinan las trayectorias de los jóvenes hacia la vida adulta. Posteriormente, los capítulos tres y cuatro proporcionan un panorama de la situación educativa y analizan el rezago escolar así como los motivos del abandono de los estudios. Los capítulos cinco, seis, siete y ocho se enfocan en la situación laboral de los jóvenes, destacando la relevancia de introducir la perspectiva de género. En particular, el capítulo seis versa sobre el tema actual y polémico de los denominados ninis. El capítulo siete contempla el trabajo doméstico, y el capítulo ocho aborda la incorporación laboral de los jóvenes emigrantes retornados de Estados Unidos. En los últimos capítulos se abordan los patrones de salud, las prácticas sexuales y el uso de métodos anticonceptivos, la iniciación a la vida sexual, la unión de pareja y el nacimiento del primer hijo o hija. En las siguientes páginas, se presentarán con más detalle los enfoques de los autores y sus hallazgos.
En el año 2010, la población joven en México, integrada por adolescentes y adultos jóvenes en edades comprendidas entre los 15 y 24 años, sumaba 20.2 millones de personas, cifra que representó poco menos de la quinta parte de la población total del país (18.6%); esto es, uno de cada cinco mexicanos se encontraba en ese grupo de edad (Conapo, 2010, p. 13). Si ampliamos el rango de edad y consideramos jóvenes a quienes entonces tenían entre 12 y 29 años, su proporción abarcaba a casi un tercio de la población total mexicana y alcanzaba los 36.2 millones de personas (Imjuve-crim, 2011, p. 2).
Como otros grupos de población, este subconjunto es heterogéneo y presenta retos para el análisis demográfico y desafíos para las políticas de población en los ámbitos educativo, laboral y de salud —particularmente, sexual y reproductiva—, con especial énfasis entre los sectores poblacionales menos favorecidos por las condiciones de desigualdad económica y social que imperan en el país; en concreto, entre las poblaciones rurales y en condiciones de pobreza, los grupos étnicos y, aun en el siglo xxi, las mujeres. Los trabajos incluidos en este libro dan cuenta de la heterogeneidad de ese subconjunto poblacional y de la diversidad de situaciones que los jóvenes enfrentan en el México actual.
Desde distintas perspectivas analíticas y enfoques temáticos, los autores de los doce capítulos que conforman este volumen nos presentan propuestas sugerentes para examinar un conjunto poblacional que sigue siendo relevante para el presente y el futuro del país. En sus trabajos, todos los autores hacen uso de la información que proporcionó la Encuesta Nacional de Juventud (enj) 2010; encuesta representativa a nivel nacional, estatal y para seis zonas metropolitanas, cuyo levantamiento se realizó entre el 19 de noviembre y el 9 de diciembre del año de referencia (Imjuve-crim, 2011, p. 5).
A partir de dos perspectivas analíticas complementarias, los capítulos uno y dos examinan las transiciones y las trayectorias que experimentan los jóvenes en sus itinerarios hacia la adultez. En el primer capítulo, utilizando la información de la enj 2010, Carlos Javier Echarri y Julieta Pérez Amador examinan la transición de la juventud a la edad adulta en México, focalizando cuatro eventos: la salida de la escuela, inicio de la vida laboral, primera unión y primer hijo nacido vivo. El capítulo inicia con una revisión crítica de la bibliografía sobre el tema en distintos contextos geográficos y culturales, para centrarse en un examen de las diferencias marcadas por el género, los entornos urbanos y rurales, el estrato socioeconómico de los hogares y el nivel educativo de los jóvenes, con la finalidad de dar cuenta de “la intensidad, el calendario y la secuencia de los diferentes eventos en la transición de la juventud a la edad adulta”.
Como los autores afirman, la transición de la juventud a la adultez se considera una etapa de cambio en los roles sociales y de la adscripción de los individuos en los ámbitos público y privado, y a la vez representa una transición “de una situación de dependencia económica y participación en la familia de origen, a otra de independencia económica y formación de una nueva familia”.
En su análisis, Echarri y Pérez Amador encontraron que “los eventos en la transición a la adultez ocurren sistemáticamente más tarde a medida que se incrementa el estrato socioeconómico, independientemente del ámbito de residencia y del sexo del joven”. Coinciden con Coubès y Zenteno en que en el curso de vida de los jóvenes mexicanos se observa una creciente desigualdad, y corroboran un hallazgo que habían destacado en sus trabajos anteriores: “los mexicanos efectúan relativamente temprano la transición de la juventud a la adultez, observándose —al igual que en otros contextos— una mayor precocidad en las mujeres respecto a los hombres y en ámbitos rurales respecto a los urbanos” (Echarri y Pérez Amador, 2001, 2007).
Con otra metodología, Gabriela Mejía Paillés desarrolla, en el capítulo dos, un examen de las trayectorias hacia la adultez en México, utilizando el enfoque de curso de vida y el análisis secuencial de eventos, centrándose en los ámbitos educativo, laboral y familiar. Como la autora señala, el análisis secuencial permite proponer tipologías en la secuencia de eventos al añadir el calendario y la temporalidad en que ocurren. Al igual que en el capítulo anterior, la revisión de la investigación sobre el tema en distintos contextos, y las perspectivas aportadas por diversos autores en países desarrollados, en desarrollo y en México, le permiten destacar la relevancia del tema y situar el enfoque propuesto en el conjunto del conocimiento, aún incipiente en México.
Con base en la información de la enj 2010, la autora construye una submuestra de jóvenes nacidos entre 1980 y 1984, que entonces tenían entre 25 y 29 años de edad, con la finalidad de “incluir a individuos que a la fecha de la entrevista hubieran experimentado la mayor cantidad de transiciones a la vida adulta”. Analíticamente, construyó seis conglomerados que le permitieron proponer tipologías “para describir al grupo de secuencias en cada conglomerado”.
Entre sus hallazgos destaca las desigualdades de género que aún prevalecen en el país, pues, a pesar de las similitudes en los logros educativos entre hombres y mujeres, ellos se orientan con más frecuencia hacia los ámbitos escolar y laboral, y ellas hacia “la combinación del ámbito laboral y el de formación de familias a edades tempranas”. En ambos grupos, las y los jóvenes mexicanos se incorporaron a la vida laboral “en empleos de mala calidad y mal remunerados, a menudo en la economía informal” o bien se sumaron a los desempleados. Las diferencias también se manifestaron entre jóvenes residentes en áreas urbanas y rurales, donde los segundos presentaron secuencias de carácter más tradicional y calendarios más tempranos tanto en la incorporación laboral como en la formación de familias.
Los capítulos tres y cuatro se enfocan en el análisis del ámbito educativo asociado a la escolarización formal. Como afirman José Alfredo Jáuregui y María de Jesús Ávila: “la educación es una herramienta indispensable para potenciar las capacidades humanas” y mejorar la calidad de vida. En su trabajo presentan el panorama educativo de los jóvenes en México, elaborando comparaciones de residencia a nivel nacional y por entidad federativa, y diferenciando las características demográficas según el estrato socioeconómico. En primer término, destacan que tres entidades del centro del país (Estado de México, Ciudad de México y Puebla), dos del centro occidente (Jalisco y Guanajuato) y Veracruz aglutinaban a casi la mitad de los jóvenes del país (45%); situación que corresponde con la concentración poblacional que caracteriza a esos estados en el conjunto del país.
Hay tres temas centrales que guían el capítulo de Jáuregui y Ávila. El primero es el análisis de la escolarización formal a través de indicadores de asistencia escolar, nivel y promedio de años de estudios, características del sistema escolar, elección de escuela y abandono escolar. El segundo, las perspectivas educativas referidas a los deseos y expectativas de continuar estudios interrumpidos. Finalmente, los problemas asociados a la discriminación, abusos y ocurrencia de actos ilícitos en el espacio escolar. A la par, las categorías que utilizaron les permitieron realizar comparaciones según el sexo, edad, residencia urbana y no urbana, condición étnica —manifiesta si se es hablante de lengua indígena—, y así se diferenciaron cuatro estratos socioeconómicos.
Un primer hallazgo de los autores es que, en el grupo de jóvenes entre 12 y 14 años, la tasa de asistencia escolar mostró niveles altos en casi todo el país. A partir de los 15 años, en entidades como Guanajuato, Michoacán, Jalisco y Aguascalientes se presentó un notorio descenso en el valor de dicha tasa, posiblemente asociado a la emigración internacional que ha caracterizado a las tres primeras entidades. Conforme se avanza en edad, se reduce la asistencia escolar: entre los 20 y 24 años de edad, solamente tres de cada diez jóvenes continuaba estudiando, y a partir de los 25, la gran mayoría había abandonado el sistema escolar.
Los autores también encontraron que en las áreas urbanas, además de contar con mayor concentración de infraestructura educativa, sus residentes presentaron el nivel de estudios más alto, en contraste con los no urbanos y con los hablantes de lengua indígena; estos últimos mostraron los menores niveles, especialmente en Chiapas y Oaxaca, donde se registraron las mayores proporciones de jóvenes sin estudios. De manera similar, a mayor estrato socioeconómico, mayor nivel de escolaridad acumulada. Los principales motivos del abandono escolar fueron económicos (falta de dinero y necesidad de trabajar), seguidos por factores relacionados con la formación de una nueva estructura familiar (matrimonio o unión en pareja y maternidad o paternidad).
A continuación, Héctor Hernández Bringas y René Flores Arenales profundizan en el análisis del rezago educativo y los motivos que llevaron a las y los jóvenes a abandonar sus estudios. Además de utilizar información de la enj 2010, recurrieron al xiii Censo de Población y Vivienda 2010 para información sobre los jóvenes entre 12 y 29 años. En su capítulo destacan que “el rezago educativo es una característica generacional que afecta a todas las edades y que, a posteriori, tiene efectos sobre los hábitos de salud, alimenticios e higiénicos y, por ende, sobre la calidad de vida individual y de las familias”.
Un primer señalamiento de Hernández y Flores se refiere a que, en 2010, 40% de la población mayor de 15 años se encontraba en situación de rezago educativo, por ser analfabetas o por no haber concluido estudios de primaria o secundaria; la mayor parte de ellos eran mayores de 30 años, y las mujeres superaban a los varones. Si se considera a la población de 12 a 29 años, la cifra se eleva, pues la mitad había dejado de estudiar.
Al igual que Jáuregui y Ávila, Hernández y Flores destacan que en las localidades urbanas había proporciones mayores de jóvenes de todas las edades que continuaban estudiando y que las localidades y regiones más pobres presentaban proporciones mayores de abandono escolar. Las diferencias entre estratos socioeconómicos también favorecían a los jóvenes con más recursos, pues una razón determinante del abandono escolar fue la falta de recursos económicos y la necesidad de conseguirlos a través de un trabajo remunerado. Respecto al matrimonio y la paternidad o maternidad, éstos pesaron cuatro veces más para las mujeres que para los hombres como motivo para decidir dejar la escuela.
Los cuatro capítulos siguientes se adentran en el ámbito laboral en el que se insertan los jóvenes, en un contexto actualmente crítico para la generación de empleo en México, Latinoamérica y el mundo, en el que las actividades ocupacionales se desarrollan en condiciones cada vez más precarias, bajo creciente flexibilidad o incluso en la informalidad.
En el capítulo cinco, Edith Pacheco presenta una interesante discusión en torno a las temáticas y enfoques que diversos autores han priorizado en los estudios sobre la juventud, y destaca la propuesta de Rossana Reguillo sobre los circuitos que vinculan a los jóvenes “con la cercanía o lejanía de los procesos de incorporación social”, así como sus argumentos en torno a “la crisis del empleo juvenil” que ha dificultado la inserción laboral de este sector poblacional, confinándolo a empleos temporales o de tiempo parcial realizados en condiciones cada vez más precarias. Pacheco también realiza una revisión detallada de la investigación previa reciente sobre la incorporación de los jóvenes al mercado laboral en México y una evaluación de la calidad de la información proporcionada por la enj 2010 respecto al tema laboral, comparándola con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (enoe) 2010. Ello le permite señalar similitudes y diferencias relevantes entre ambas fuentes de información.
Desde la perspectiva de la precariedad laboral, la autora enfoca su análisis en la inestabilidad laboral asociada a la falta de contratación escrita y permanente, en la inseguridad laboral referida a la falta de protección, y en la vulnerabilidad social y económica que enfrentan los jóvenes mexicanos en su acceso al mercado de trabajo. Concluye que la mayoría de los jóvenes que trabajaban, en general, se encontraba en situaciones vulnerables, no sólo por la desventaja que representa incorporarse a la vida laboral a edades tempranas y vincularse a mercados flexibles, sino también porque una proporción amplia de los jóvenes en edades entre 12 y 17 años laboraban sin contrato escrito, y 40% de los entrevistados en la enj 2010 que contaban con experiencia laboral, habían tenido cuatro o más trabajos, situación que refleja inestabilidad laboral y posiblemente que los jóvenes reconocen que la calidad de la formación escolar tiene limitaciones para conseguir trabajo o mejorar laboralmente.
De manera similar a lo que acontece en otros países del mundo, una preocupación y discusión reciente en el ámbito académico sobre la población joven en México, así como en el terreno de las políticas públicas —y hasta en la vida cotidiana del país— ha girado en torno a los denominados ninis. El término hace referencia a aquellos jóvenes que no estudian y no trabajan en actividades socialmente establecidas para este conjunto de población como su contribución a la reproducción de la sociedad.4 En el capítulo seis, Rodolfo Corona hace un recuento del comportamiento y evolución de este subconjunto poblacional, utilizando información censal disponible desde 1950 hasta 2010, con la finalidad de analizar sus características familiares, sociales, económicas y de distribución espacial, y dimensionar las variaciones ocurridas por más de medio siglo. Además de la información censal, Corona apoya su revisión con la enj 2010 y con otras fuentes que han generado estadísticas sobre población, jóvenes y empleo a nivel nacional.5
El autor encuentra que entre los jóvenes se reproducen las profundas desigualdades que caracterizan a la sociedad mexicana, entre ellas, las desigualdades de género, pues como él afirma: “la cantidad de mujeres que no asisten a la escuela ni realizan actividades económicas supera notoriamente [en poco más del triple en cada fecha censal] al número de hombres en las mismas condiciones”, y “desde 1970 la existencia del fenómeno es aproximadamente cuatro veces mayor entre las mujeres que entre los hombres”, brecha que se acrecienta en el caso de las mujeres indígenas.
En el análisis de la estructura por edades también se manifiestan las desigualdades: a mayor edad, mayor presencia de jóvenes que no estudian ni trabajan. La perspectiva histórica que construye el autor a través de un detallado análisis estadístico, permite apreciar que “el número de ninis aumentó sistemática y considerablemente entre 1950 y 1990”, casi duplicando su tamaño, “de 4.24 millones a 8.51 millones”, alcanzando en esa última fecha censal “su máximo histórico”, para descender a 8.33 millones en 2010.
La distribución geográfica de esa población también presentó desigualdades relevantes —como muestra Corona— pues existía menor concentración de ninis en áreas urbanas de entidades con amplios núcleos de población y estructuras de oportunidades laborales y educativas más diversificadas, como la Ciudad de México y Nuevo León, además de Baja California, en contraste con estados que presentaron mayor concentración de ninis y se caracterizan por contar con amplias poblaciones rurales e indígenas así como mayores índices de marginalidad y pobreza, como Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Puebla. De igual forma, en áreas rurales y localidades pequeñas donde las oportunidades laborales y educativas son limitadas, y en los estratos sociales de menor desarrollo económico, menores ingresos, menor escolaridad, y que cuentan con servicios públicos limitados y peores condiciones de vida, se intensificaba el fenómeno.
En el capítulo siete, Liliana Huerta Rodríguez introduce las perspectivas de género y de curso de vida para analizar las experiencias educativas y laborales de las y los jóvenes en edades de 14 a 29 años que se encontraban en inactividad educativa y laboral, pero que se dedicaban al trabajo doméstico en sus hogares o a otras actividades no remuneradas. Además de realizar la revisión de la bibliografía sobre el tema, Huerta cuestiona la inclusión de quienes se dedican a los quehaceres domésticos no remunerados en la categoría de inactividad, pues, por una parte, considerar de esta forma ese tipo de trabajo incrementa la magnitud de los denominados ninis y, por otra, esas actividades —que son desempeñadas mayoritariamente por mujeres— son fundamentales para la reproducción social, aunque se desarrollen en el ámbito privado, vinculado a la división intrafamiliar del trabajo, y a pesar de su estigmatización como actividades no productivas.
Como afirma la autora, refiriendo otras investigaciones: “la segregación de las mujeres al espacio de lo privado y su mayor dedicación a las actividades domésticas son consideradas como formas de exclusión social” [pues] “la división sexual del trabajo restringe las oportunidades laborales de la población femenina mexicana”; además, “cuando las mujeres participan en el trabajo extradoméstico” deben acudir a diversas estrategias para “cumplir con sus obligaciones domésticas”. En estas condiciones, las alternativas laborales disponibles para ellas “están restringidas por la segregación ocupacional por género”, que las coloca en empleos “de menor prestigio social, con escasa movilidad laboral y alta inestabilidad”.
Uno de los hallazgos del análisis que Huerta realiza con información de las enj 2000 y 2010 es que en las localidades urbanas existía mayor proporción de jóvenes en inactividad educativa y laboral, pero residían en hogares con bajo nivel socioeconómico. En las localidades rurales, la proporción de jóvenes que realizaba actividades domésticas en sus hogares fue mayor. Finaliza postulando que el trabajo doméstico no remunerado y el cuidado de la familia siguen siendo actividades desarrolladas mayoritariamente por mujeres, y su falta de valoración económica y social es aun más adversa en el caso de las jóvenes.
En el capítulo ocho, Ana Jardón y Zoraida Ronzón analizan la inserción en los mercados de trabajo locales de los jóvenes migrantes que retornaron a México desde Estados Unidos, identificados en la enj 2010 y cuyo universo ascendió a 55 403 personas. Dos de cada tres eran varones y casi la mitad ocupaba la posición de hijo en sus estructuras familiares. La mayoría tenía niveles educativos básicos (primaria) y se insertaba laboralmente en los sectores comercial y de servicios, con mayor precariedad salarial en las zonas rurales.
Respecto a la trayectoria laboral, la tercera parte obtuvo su primer empleo con apoyo de amigos y familiares; en localidades urbanas, con mayor injerencia de los primeros, y en áreas no urbanas, con mayor participación de los segundos. Al momento de la encuesta, la gran mayoría (85.2%) no contaba con un contrato laboral escrito, situación que expone a este grupo a un alto nivel de inseguridad laboral, aun mayor (91.2%) en localidades no urbanas. Para obtener el empleo en que se desempeñaban, también fue significativo el apoyo de los familiares y amigos.
Uno de los aspectos menos satisfactorios de su empleo actual fue el ingreso percibido, seguido por la imposibilidad de continuar ascendiendo laboralmente. Finalmente, los jóvenes trabajadores entrevistados consideraron, en mayor proporción, que la formación escolar era significativa para obtener empleo; en segundo término, la experiencia laboral, y en menor proporción, los contactos personales.
Los siguientes cuatro capítulos se enfocan en el análisis de las cuestiones de salud y salud reproductiva. En el capítulo nueve, Giovanni Macías Suárez examina los patrones de salud en la población joven de México, explorando tres aspectos: el acceso a los servicios de salud, los hábitos de alimentación y actividad física, y las adicciones. Las desigualdades sociales también se reflejan en los aspectos vinculados con la salud. Macías constata que “a medida que aumenta el grado de estudios, se incrementa la proporción de jóvenes con acceso a servicios médicos”. La gran mayoría de los jóvenes acuden a los servicios públicos de salud y los jóvenes urbanos tienen acceso a los servicios que ofrece el Instituto Mexicano del Seguro Social (imss), mientras que en las localidades rurales predomina el acceso al Seguro Popular. Al igual que ocurre en otros grupos de la población mexicana, a los jóvenes también les afectan los estilos de vida poco saludables en los que concurren: limitado ejercicio físico y hábitos de alimentación inadecuados que ocasionan sobrepeso y obesidad o bien, lo contrario (anorexia y bulimia), así como consumo temprano de tabaco, alcohol o drogas ilícitas. Pero todo ello también presenta diferencias entre los jóvenes de acuerdo con el estrato social, que de alguna manera determina el poder adquisitivo, así como con los roles de género.
Otro aspecto relacionado con la salud, y en general con el desarrollo personal de los jóvenes, se refiere a las prácticas sexuales y el uso de métodos anticonceptivos en previsión de embarazos adolescentes y enfermedades de transmisión sexual, temas que desarrollan Catherine Menkes y David de Jesús Reyes en el capítulo diez. Una primera observación que los autores destacan es el aumento —aunque ligero— que muestra en años recientes la ocurrencia de embarazos en la adolescencia, situación vinculada con el uso reducido de métodos anticonceptivos y una demanda insatisfecha de los mismos para ese grupo de población, pues alrededor de la mitad no utilizó método alguno de protección o control natal —proporción que se incrementa en 10 puntos porcentuales entre las jóvenes—, con los riesgos adicionales vinculados a las enfermedades de transmisión sexual.
Las prácticas sexuales también muestran diferencias asociadas a los roles de género y a las expectativas sociales creadas en torno a la masculinidad y feminidad, normadas por creencias, prejuicios y tabúes distantes de una educación sexual eficaz. La autora destaca, por ejemplo, que la mayoría de las mujeres manifestó haber tenido su primera relación sexual motivadas por amor, mientras que a los varones los motivaron mayormente la curiosidad y la voluntad. Las desigualdades socioeconómicas también marcaron diferencias en las prácticas sexuales y el uso de métodos anticonceptivos: un mayor nivel de escolaridad se relaciona con un inicio más tardío de la vida sexual; hombres y mujeres indígenas inician más tempranamente su vida sexual; una mejor condición socioeconómica del hogar incrementa la probabilidad de usar condón en la primera relación sexual.
En el capítulo once, María de Jesús Ávila y José Alfredo Jáuregui examinan el inicio de la vida conyugal entre las y los jóvenes chiapanecos, analizando la influencia que tienen el contexto de residencia urbana y no urbana y el estrato socioeconómico (considerando calidad de la vivienda, tipo de actividad económica y escolaridad de los miembros del hogar) en el inicio a la vida sexual, la unión en pareja y el nacimiento del primer descendiente.
Para proceder al análisis, los autores crearon dos cohortes de jóvenes: la primera se refiere a los que nacieron entre 1987 y 1998, y que al momento de la encuesta tenían entre 18 y 23 años, y la segunda corresponde a los que nacieron entre 1981 y 1986, y tenían entre 24 y 29 años de edad.
En un primer señalamiento, los autores destacan que, a pesar de haberse incrementado tanto la escolaridad como la participación laboral de las mujeres jóvenes en Chiapas, en la entidad prevalece “una clara diferenciación sexual del trabajo y un fuerte control familiar y social”. Los autores muestran respecto a la edad a la que los jóvenes tuvieron su primera relación sexual, que parece haber aumentado un año entre los más jóvenes, y el evento se produjo a los 19 años, frente a los 18 años para los jóvenes de la cohorte 1981-1986. Sus resultados permitieron observar un calendario más tardío para la cohorte más joven.
Los autores indican que, por la cercanía del calendario entre la primera unión en pareja y el primer hijo en ambas cohortes, es posible que ocurriese antes el nacimiento del primer hijo que el matrimonio o unión en pareja, patrón vigente en todas las edades. Además señalan que hay una clara diferencia por sexo en la secuencia del calendario entre el inicio de la actividad sexual, el matrimonio y el primer hijo. Mientras que para los hombres la primera relación sexual está desconectada del matrimonio y el inicio de la paternidad, se observa que para las mujeres los tres eventos ocurren en un lapso menor. Esta secuencia responde a un patrón normalizado en el que existe mayor permisividad e incluso obligatoriedad hacia la sexualidad temprana para los hombres que para las mujeres.
En el último capítulo, Ana María Chávez y Teresita Ruiz Pantoja analizan el efecto que tienen las principales características sociales y demográficas en la vida sexual y en la inserción laboral de los jóvenes que viven en las tres principales zonas metropolitanas de México: la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey; en localidades urbanas y en localidades no urbanas. Las autoras postulan que “vivir en una metrópoli o en un medio urbano proporciona a los jóvenes una visión distinta de la vida y mejores opciones de estudio y trabajo”, y “propicia comportamientos diferentes respecto a la permanencia en el hogar paterno/materno, la sexualidad y la anticoncepción”. Para proceder al análisis aplican cuatro modelos de regresión logística distinguiendo por lugar de residencia.
Entre sus hallazgos destacan diferencias importantes en las características de los jóvenes de acuerdo con el lugar donde viven. En las metrópolis y en el medio urbano hay una mayor independencia de los jóvenes, que los lleva a dejar el hogar paterno; y posiblemente por las separaciones que ocurren en las parejas en las ciudades, los jóvenes viven sólo con alguno de sus padres, comportamiento que todavía no se hace extensivo en el medio no urbano. Hay mayor actividad sexual entre los jóvenes del medio urbano, y una gran diferencia con los patrones sexuales que siguen los chicos de áreas no urbanas, pero los jóvenes urbanos adoptan medidas de prevención de embarazos así como una percepción distinta de la vida; de ahí que sea menor el porcentaje de mujeres embarazadas en las ciudades.
Chávez y Ruiz encuentran que, entre los jóvenes metropolitanos, el sexo, la edad y el vivir fuera del hogar paterno tienen un efecto mayor en el inicio de su vida sexual, en tanto que la escolaridad y el estrato socioeconómico no tienen influencia en este inicio, situación que sí afecta en localidades de menor tamaño. En cuanto al uso de métodos anticonceptivos en la primera y la última relación sexual, el sexo de los jóvenes y el pertenecer a estratos económicos mejores propicia su adopción, sobre todo en las metrópolis, en tanto que la escolaridad no tiene influencia en ese medio. Por último, la condición laboral de los jóvenes se asocia fuertemente al hecho de ya no vivir con los padres, así como a la paternidad para el caso de los varones.
En todos los trabajos incluidos en este libro se destacan las profundas desigualdades que permean a la sociedad mexicana y que prevalecen entre su población joven: las desigualdades de género, que colocan a las mujeres en condiciones de persistente desventaja en los ámbitos escolar, laboral y de salud sexual, aun en el ámbito familiar, donde se menosprecia socialmente su innegable aportación al trabajo doméstico en los hogares; las desigualdades entre los residentes de localidades rurales, urbanas y metropolitanas, que ofrecen mayores oportunidades de desarrollo a los jóvenes en aquéllas de mayor tamaño con alternativas y posibilidades más diversificadas en recursos educativos, de empleo y de acceso a los sistemas de salud público y privado; las desigualdades marcadas por los estratos socioeconómicos y por la condición étnica, en un país donde ser indígena continúa siendo un motivo de discriminación económica, social y cultural.
Si los jóvenes son el futuro de un país, en México queda mucho camino por andar para mejorar sus condiciones generales de vida, particularmente en los ámbitos educativo, laboral y de salud, como lo muestran todos y cada uno de los autores que participan en este libro con sus acuciosos análisis y valiosas aportaciones.
Referencias bibliográficas

Consejo Nacional de Población [Conapo] (2010), La situación actual de los jóvenes en México, Serie de Documentos Técnicos, México, Conapo, .
Echarri Cánovas, Carlos Javier y Julieta Pérez Amador (2001), “Becoming Adults: Life Course Transitions in Mexican Young People”, ponencia presentada en la xxiv Conferencia General de la Unión Internacional para el Estudio Científico de la Población (uiecp), Salvador de Bahía, Brasil, del 18 al 24 de agosto, y en Annual Meeting, Population Association of America, Boston, 2004.
Echarri Cánovas, Carlos Javier y Julieta Pérez Amador (2007), “En tránsito hacia la adultez: eventos en el curso de vida de los jóvenes en México”, Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 22, núm. 1, enero-abril, pp. 43-77.
Instituto Mexicano de la Juventud y Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias [Imjuve-crim] (2011), Encuesta Nacional de Juventud. Resultados generales 2010, México, Imjuve, crim, .
Leyva, Gerardo y Rodrigo Negrete (2014), “NiNi: un término Ni pertinente Ni útil”, Coyuntura Demográfica, vol. 5, pp. 15-20, .
Tuirán, Rodolfo y José Luis Ávila (2012), “Jóvenes que no estudian ni trabajan: ¿Cuántos son?, ¿quiénes son?, ¿qué hacer?”, Este País, núm. 251, marzo, .






* El Colegio de la Frontera Norte.

1 El último apartado de este libro contiene un anexo metodológico sobre aspectos básicos de esta encuesta. Véase p. 445.

2 Las localidades urbanas tienen 15 000 o más habitantes; las no urbanas, de 2 500 a menos de 15 000 habitantes, y las rurales, menos de 2 500 habitantes.

3 Véase la nota metodológica sobre la construcción del indicador de estratos socioeconómicos, p. 447.

4 Para una discusión sobre el tema y el término en México, véase Tuirán y Ávila (2012) y Leyva y Negrete (2014).

5 La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid) 2009 y la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (enoe) 2010.
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