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(Río de Janeiro, 1918) realizó estudios de Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de Sáo Paulo en 1937. Obtiene el doctorado en estos últimos en 1945, ello resulta fundamental en la configuración de su pensamiento crítico al respecto del arte y de la literatura: más que establecer una nueva dirección para la sociología literaria, crea un instrumento de conocimiento crítico para cualquier ámbito de lo humano.
[toc] => PRÓLOGO
Se convierte en profesor de Teoría Literaria y Literatura Comparada de la usr, en 1974. Allí se volverá formador de importantes críticos de los años subsecuentes, como Roberto Schwarz, Davi Arrigucci Jr. y Joáo Luiz Lafetá, entre muchos otros.
Es autor de obras fundamentales para la comprensión de la literatura brasileña y latinoamericana: Formación de la literatura brasileña (1959), que se equipara con obras fundamentales del pensamiento brasileño, como Raíces de Brasil de Sergio Buarque de Holanda; Tesis y antítesis (1964); Literatura y sociedad. Momentos decisivos 1750-1880 (1965 [editado por la Facultad de Filosofía y Letras y la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM en 2014]); Literatura y subdesarrollo (1977), y Ensayos y comentarios (1995).
Un realismo trágico y humanista o a propósito del ejercicio de la crítica 9
Carlos Alberto López Márquez
FICCIÓN Y CONFESIÓN. ENSAYOS SOBRE GRACILIANO RAMOS
Prefacio 25
Ficción y confesión 33
Los bichos del subsuelo 101
Tras la publicación de Caetés 125
50 años de Vidas secas 137 [free_reading] => Un realismo trágico y humanista o a propósito del ejercicio de la crítica 1. El crítico Antonio Candido es, aunque pudiera parecer un lugar común señalarlo, uno de los críticos literarios más importantes de Brasil y de Latinoamérica. Su trabajo ha ayudado a consolidar esta disciplina y ha formado a importantes figuras como Toáo Luiz Lafetá, Davi Arrigucci Jr. y Roberto Schwarz, por señalar unos pocos. También es sabido que su formación inicial no estuvo ligada, al menos directamente, al mundo de la literatura. Estudió Sociología y Derecho en la Universidad de Sáo Paulo, aunque sólo se tituló en la primera. No obstante, fue esta disciplina la que le permitió conformar un método crítico que, sin dar la espalda a la forma literaria, diera la importancia necesaria a la situación en la que fue producido el texto. En entrevista con Jorge Ruedas señala que en la década de los cuarenta entra en conocimiento del New Criticism a través del artículo "The poem as an organism", cuya lectura le mostró la autonomía de la obra literaria. Se dio cuenta, entonces, de que su crítica era demasiado social y descuidaba el aspecto estético; por tanto, "dejó de ser un crítico político para tomar en cuenta la dimensión social, cuando es necesario, pero sobre todo para mantener el respeto por la integridad estética de la obra".' Ello lo lleva a concluir que lo externo (o social) no importa como causa ni como significado en la estructura literaria, sino como un elemento que desempeña un factor constitutivo de ésta, por lo que se vuelve interno. Candido hace entrever en varias ocasiones la filiación de su trabajo con la crítica marxista de Lukács y de Goldmann, estudiosos que invocaron el factor social para explicar la estructura de la obra y su tenor de ideas; es decir, la situación actúa en el texto no como una mera fuente de temas o ideas, sino como elemento constitutivo del valor estético del texto literario, esto es, interviene en aquello esencial a la obra de arte. A partir de esta concepción inicial Candido comienza a interesarse no sólo por la obra literaria en sí y para sí, sino que comienza a considerar que las instancias del autor y del público son indispensables para comprender cabalmente el fenómeno literario. Como consecuencia de ello lo interesante sería saber cuándo y cómo en Brasil un grupo de autores produjo obras que tuvieran algún público. "Si ese triángulo funciona crea una tradición, y la tradición es la que define la vida de la literatura",' puesto que gracias a ello los escritores pueden inspirarse en sus predecesores locales y no exclusivamente en influencias extranjeras. La literatura se vuelve una institución cultural. Candido plantea una pregunta básica: ¿es necesario que el autor sea necesariamente un artista, definido y reconocido por la sociedad como tal? La respuesta lógica es sí, ya que la producción de arte depende de la posición social y el rol que la sociedad le ha asignado, trátese de arte "oficial" o "marginal", "establecido" o de "ruptura". De allí se desprende que conforme a la sociedad surge cierto tipo de arte y, por tanto, la perspectiva a ser considerada por el creador. Una vez que los artistas han sido considerados, ellos pueden permanecer desligados o vincularse entre sí, ya sea por una conciencia en común o por intereses estilísticos. Inclusive, en sociedades estratificadas y de estructura más compleja los grupos de artistas e intelectuales suelen organizarse y diferenciarse conforme a esa jerarquía social, es a lo que, en principio, podemos llamar un sistema literario. A su vez los valores sociales, ideologías y sistemas de comunicación se transmutan en la obra en forma y contenido, los cuales apenas pueden ser diseccionados lógicamente, ya que surgen del impulso creador como una unidad inseparable; si bien que los valores e ideologías contribuyen principalmente al contenido, en tanto que las modalidades de comunicación influyen más en la forma. Esto es conocido como función total. Candido aclara este concepto al decir que intenta sugerir un punto de vista que le permita tratar simultáneamente el proceso de creación y recepción, como historiador, y la estructura, como crítico. Busca mostrar cuál es la correlación de las obras en su tiempo además de su singularidad estética. Por su parte, el público se configura principalmente a través de la técnica literaria puesto que la sociedad traza normas y mucho de lo que juzgamos reacción espontánea de nuestra sensibilidad es, de hecho, una mera conformidad casi automática a los patrones; pertenecemos a una masa cuyas reacciones obedecen a condicionantes del momento y del medio. Además, en nosotros, como grupo lector, existe la necesidad de adherirse a lo que nos parece distintivo de un grupo, minoritario o mayoritario, anclando nuestra reacción en el reconocimiento colectivo. A este respecto me gustaría destacar lo que Candido llama "experiencia afectiva con las obras". Según esta idea, algunos de los libros que leemos se incorporan más que otros a nuestra experiencia -independientemente de su calidad, por ello valdría la pena realizar la historia de nuestras lecturas a fin de determinar el papel que tuvo en nuestra visión del mundo. Ahora, este papel es relevante no sólo en el escritor aficionado, sino con mayor razón en el artista y el crítico. Respecto al primero, en este caso Graciliano Ramos, Gandido hará algunas observaciones en Ficción; respecto al segundo, ahora mi modesto caso, realizaré algunos apuntes en la tercera parte de este escrito. 2. El escritor Esta forma de ejercer la crítica literaria -que aquí he esquematizado demasiado- es la que en mayor o menor medida podemos encontrar a lo largo de la obra de Antonio Gandido, especialmente en los cuatro ensayos que conforman Ficción y confesión. En el prefacio que elabora para esta obra comenta la génesis del libro y los detalles y las variaciones que sufrió a lo largo del tiempo, pero antes de ofrecer algunas directrices sobre él, se vuelve indispensable presentar al creador de las obras sobre las cual discurre. Graciliano Ramos nace en Alagoas en 1892. Pasó la infancia y la juventud en su estado natal, y a los veintidós años viajó por primera vez a Río de Janeiro e incursionó en el periodismo. De regreso a su tierra se inició en la vida pública y en la literatura. Entre 1928 y 1930 escribe Caetés (publicado hasta 1933), su primera novela. Al año siguiente edita Seto Bernardo. Por esos tiempos se relacionó con el grupo de narradores del noreste. En marzo de 1936 fue encarcelado por el cargo de subversión. En agosto de ese mismo año publica Angustia, y dos después, Vidas secas. Es en 1945 cuando se afilia al Pcs y saca a la prensa Infancia. Edita Insónia en 1947. En 1952 viaja a la URSS; en el transcurso de ese año su salud se agrava. Fallece a los sesenta años en Río de Janeiro, donde vivió desde su excarcelación. Ramos es un escritor con una gran reputación en Brasil y alcanzó cierta repercusión en el extranjero de los años cuarenta a los sesenta, tal como se puede atestiguar por las traducciones que se realizaron de sus obras a diversas lenguas, tales como el francés, el húngaro, el checo, el italiano e, incluso, el finlandés. Sin embargo, su fortuna en México ha sido poca, tanto en el ámbito académico como en el editoria1, lo cual nos llevaría a cuestionar la necesidad de traducir un texto crítico sobre un autor prácticamente desconocido. La primera razón es intrínseca a Ficción y Graciliano en sí mismos y la segunda es extrínseca. Vayamos por partes. Los cuatro ensayos que componen esta obra tienen la finalidad, sobre todo el primero, de elaborar un análisis general y diacrónico de la narrativa de Ramos siguiendo directrices muy claras: la oscilación entre lo ficticio y la confesión, la dicotomía arte y vida y la recepción crítica de la misma. Si bien cada una de estas líneas se corresponde con cada uno de los ensayos (la tercera con los dos últimos), en realidad se encuentran presentes en todos; además, si ponemos atención en ellas nos percataremos de que cubren cada uno de los rubros de la crítica literaria de Candido como fueron expuestos en el apartado anterior. En "Ficción y confesión" y "Los bichos del subsuelo" podemos notar el interés del autor por mostrar el camino que siguen los textos de Graciliano de lo ficcional a lo autobiográfico. Pareciera que Candido quiere mostrar cómo el aspecto psicológico de los personajes se va profundizando de tal forma que, iniciando con la "medianía de los personajes" en Caetés, pasa por "la erupción de la personalidad" en Sao Bernardo, continúa por el sentimiento de abyección presente en Angustia y desemboca en el interior primitivo y puro de Vidas secas, cuyos personajes poseen una intensa vida interior que, incapaces de volcarla en lenguaje, deben mostrar a través de la relación con su entorno, "une en el mismo flujo el mundo interior y el mundo exterior". "Y así llegamos a los libros personales, donde, obedeciendo a la tendencia manifestada en Angustia, Graciliano aborda directamente su experiencia". Candido se pregunta ¿es la vida del autor la que explica su obra? La respuesta es clara, Infancia y Memorias do cárcere si bien son reminiscencias, no se yuxtaponen al resto de su creación, sino que son parte integrante de ellas. Ficción y autobiografía son indispensables para la comprensión del mismo orden de ideas, de sentimientos e, incluso, de los procesos literarios. Su obra es una experiencia de vida y un experimento con la vida que tiene como resultado el desengaño ante la visión de que todo en el mundo posee una semilla de corrupción. Llegados a este punto notamos la importancia que Candido otorga al autor dentro del proceso creativo, inclusive podría parecer un análisis biográfico; pero en el fondo se trasluce su carácter social. La obra de Graciliano es un testimonio sobre la condición humana. En ella el contexto social e incluso el contexto natural (es decir, el espacio) no se hacen evidentes puesto que aparecen sometidos a las condiciones de los personajes. Candido propone que la obra de Ramos es una transición del realismo (en su sentido decimonónico) a un realismo trágico que sobrepone los problemas del Yo a la propia integridad del mundo, por ello siempre aparece deformado o desvanecido. Esta circunstancia es propia de los escritores de la década del treinta, periodo al que él denomina neonaturalismo. La diferencia entre el naturalismo del siglo xix y el regionalismo (o neonaturalis-mon) del siglo xx estriba en que éste posee un componente muy fuerte de crítica social y de análisis pormenorizado de la conciencia de los personajes, tal como se ha expuesto en los párrafos anteriores. Los dos últimos ensayos de esta obra ("Tras la publicación de Caetés" y "50 años de Vidas secas") versan sobre la recepción crítica de Graciliano por sus contemporáneos. El primero de ellos resulta interesante pues va de la forma en que el grabador Santa Rosa realizó la portada de la novela a los comentarios que Aurelio Buarque de Holanda y Valdemar Cavalcanti realizaron sobre ella. Candido señala que ambos escritores resaltan aspectos fundamentales de la narrativa graciliana, tales como su fuerza como documento humano o su concisión y sequedad. El segundo sigue la misma línea y, a partir de lo propuesto por Lucía Miguel Pereira y Almir de Andrade, remarca la obsesión que el escritor alagoano tiene por el silencio y por el análisis de la intimidad del ser humano. Visto así, queda expuesta la razón intrínseca que justifica la publicación en México de esta obra. Por un lado, no es sólo un camino introductorio o esclarecedor a la narrativa de Ramos sino que, por otro, se convierte en un magnífico ejemplo de crítica social literaria; el lector podrá notar la coherencia que existe entre los textos teóricos y los textos críticos de Antonio Candido. Pasemos ahora a la razón extrínseca. 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